El símbolo más antiguo de Dios Padre es una mano que sale de una nube. Es la representación figurada más importante de Dios Padre desde el siglo IV al VIII.
A Dios nadie lo ha visto (Jn 1, 18), sin embargo cuando pensamos en Dios, bien para decir que existe como para rechazarle, lógicamente tenemos que hacer nuestras representaciones, ya que no tenemos posibilidad de acercarnos a cualquier realidad sin una representación fabricada por nosotros. Por lo cual necesitamos, querámoslo o no, representaciones de Dios como de toda realidad, sobre todo de aquellas que no podemos percibir directamente.
Dicho esto, las representaciones de Dios, de algún modo necesarias, entrañan un riesgo serio. Toda representación corre el peligro de ser confundida con la realidad, sobre todo cuando esta realidad es inaccesible a nuestros sentidos, ya que podemos confundir lo que nosotros pensamos, imaginamos o representamos con dicha realidad. Como ejemplo de esto, piensen ustedes en las representaciones que nos hacemos de los átomos de la materia (como bolitas) que son muy necesarias pero que nos ha llevado a pensar que la materia esta formada por "bolitas duras", cuando esto no es así.
Cuando confundimos la realidad con las representaciones que nos hacemos de ella es cuando adulteramos totalmente dicha realidad, en este caso Dios, que por su condición no puede ser nunca aprisionada en la cabeza y en la imaginación de los seres humanos. Como decía S. Agustín "si piensas que ya conoces a Dios, quítate esa imagen de la cabeza que no es Dios".
Por lo cual, si Dios es esa realidad que no podemos abarcar en nuestros conceptos y en nuestras imágenes, debemos tener mucho cuidado para no fabricarnos un dios a imagen y semejanza nuestra, reproduciendo así lo que decía Voltaire " Dios nos creó a su imagen y semejanza y el ser humano se lo devuelve creándole también a él a su imagen y semejanza". De ahí la importancia que tiene, no solamente tener imágenes, sino revisar qué imágenes tenemos ,porque en el fondo ahí nos estamos jugando nuestra relación con esa realidad que llamamos Dios y que es negada por unos y aceptada por otros.
Es importante saber de qué Dios estamos hablando, no sea que estemos "luchando" unos contra otros por unos dioses que hemos creado nosotros y que no son otra cosas que ídolos, y no el Dios verdadero que se revela en Jesús.
En este sentido, hay mucha gente que combate y niega a un dios fabricado por ellos y otros que se arrodillan ante un dios igualmente fabricado por ellos, por lo cual es de suma importancia revisar qué imagen de Dios estamos utilizando, ya que en muchas ocasiones, en el dios que no cree el ateo es un dios en el que tampoco creo yo, no es el Dios cristiano.
-Pensamos en un Dios Todopoderoso que está allá arriba en el cielo y que dicta unas normas que debemos cumplir, nos está vigilando día y noche, por lo tanto cualquier cosa que hagas queda bien escrita para el Juicio Final. Es una imagen de legislador terrible, de juez supremo, de superpolicía al que no se le escapa una y está esperando ajustar las cuentas contigo. Lógicamente, con esta representación, la gente vive atemorizada y trata de ser buena por miedo, y por eso van caminando por la vida con esa cara de cordero degollado. Se nos olvida lo que nos dice San Juan " Donde hay amor no hay miedo. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el miedo" (1 Jn, 4-18).
-Pensamos en un dios que está ahí fuera, que el cielo está lejos y que aquí en la tierra estamos los seres humanos con peligro constante de irnos al infierno. Es un dios de fuera, que se impone a nosotros, al cual debemos someternos obedientes para no disgustarle.
-Otra representación común es la del genio de la lámpara. Creemos en un dios que "trabaja para nosotros" a cambio de nuestras oraciones (así lo tenemos domesticado) y que, a cambio de éstas, debe cumplirnos el favor que le pedimos. Si no lo hace nos enfadamos... o decimos que no existe.
-Otra es la imagen que surgió en el s. XIX, el dios del teísmo. Este es un "dios tapón", lo colocamos allí donde nuestros conocimientos no llegan y lo expulsamos a patadas de aquello que podemos explicar. Es por ello que el avance de las ciencias parece "amenazar" a dios. Se nos olvida que el Dios verdadero está en todo y en todos, inmanente y trascendente, envolviéndolo todo, dando el ser a todo, porque en Él vivimos, nos movemos y existimos (Hch, 17, 28)
-Muy conectada al dios genio de la lámpara tenemos la del dios siervo entroncada en la superstición. "Le pongo una vela a San Judas, fotocopio 40 veces la oración tal y la reenvió a no sé cuántas personas". "Sacamos al santo en procesión para que llueva". No, miren ustedes, poner velas está muy bien, rezar a los santos es algo estupendísimo... pero no como si fueran "diocesillos paganos" y ni mucho menos tengamos con ellos una relación puramente mercantil... Y con respecto a lo del santo en procesión diré lo que dijo un cura en cierto pueblo malagueño "no, miren ustedes, sacar al santo está muy bien, pero Dios quiere que hagamos un pantano para estar preparados en las épocas de sequía".
-Por último, otra representación muy extendida es la de ese dios solitario, impasible, que está contemplando nuestras miserias y dice algo como "a ver como estos mortales reaccionan, y si son capaces de portarse bien después de todo, al final le concederemos el cielo, la vida, mientras lo que importa es que sufran, que se sometan y que den ejemplo, que yo quiero los males y el sufrimiento".
Como ven, estas imágenes son muy comunes, en todas ellas hay algo de verdad, pero dicha verdad se ha distorsionado terriblemente y a Dios lo hemos convertido en un dios falso, en un ídolo que esclaviza al hombre, que se presenta como un algo extraño que amenaza nuestra libertad.
Estos son los dioses en los que no creen muchos ateos, estos son los dioses en los que no cree el cristiano ( o más bien, no debe creer). Un dios como los que hemos mostrado no sólo no existe... sino que es más que deseable que no exista de ninguna manera.
Después de esta reflexión podemos comprender mejor lo que nos dice el Vaticano II sobre el ateísmo en la Gaudium et Spes, 19:
Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazón a Dios y soslayar las cuestiones religiosas, desoyen el dictamen de su conciencia y, por tanto, no carecen de culpa. Sin embargo, también los creyentes tienen en esto su parte de responsabilidad. Porque el ateísmo, considerado en su total integridad, no es un fenómeno originario, sino un fenómeno derivado de varias causas, entre las que se debe contar también la reacción crítica contra las religiones, y, ciertamente en algunas zonas del mundo, sobre todo contra la religión cristiana. Por lo cual, en esta génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión.
No nos podemos quedar sólo en la crítica. En el siguiente post hablaremos del comportamiento moral, daremos algunas pinceladas sobre lo que nos dice la Revelación y la Teología y reflexionaremos sobre qué representaciones de Dios son más correctas. Hablaremos por tanto de cuál es el criterio para purificar nuestras imágenes de Dios y acercarnos al Trascendente.
Dicho esto, las representaciones de Dios, de algún modo necesarias, entrañan un riesgo serio. Toda representación corre el peligro de ser confundida con la realidad, sobre todo cuando esta realidad es inaccesible a nuestros sentidos, ya que podemos confundir lo que nosotros pensamos, imaginamos o representamos con dicha realidad. Como ejemplo de esto, piensen ustedes en las representaciones que nos hacemos de los átomos de la materia (como bolitas) que son muy necesarias pero que nos ha llevado a pensar que la materia esta formada por "bolitas duras", cuando esto no es así.
Cuando confundimos la realidad con las representaciones que nos hacemos de ella es cuando adulteramos totalmente dicha realidad, en este caso Dios, que por su condición no puede ser nunca aprisionada en la cabeza y en la imaginación de los seres humanos. Como decía S. Agustín "si piensas que ya conoces a Dios, quítate esa imagen de la cabeza que no es Dios".
Por lo cual, si Dios es esa realidad que no podemos abarcar en nuestros conceptos y en nuestras imágenes, debemos tener mucho cuidado para no fabricarnos un dios a imagen y semejanza nuestra, reproduciendo así lo que decía Voltaire " Dios nos creó a su imagen y semejanza y el ser humano se lo devuelve creándole también a él a su imagen y semejanza". De ahí la importancia que tiene, no solamente tener imágenes, sino revisar qué imágenes tenemos ,porque en el fondo ahí nos estamos jugando nuestra relación con esa realidad que llamamos Dios y que es negada por unos y aceptada por otros.
Es importante saber de qué Dios estamos hablando, no sea que estemos "luchando" unos contra otros por unos dioses que hemos creado nosotros y que no son otra cosas que ídolos, y no el Dios verdadero que se revela en Jesús.
En este sentido, hay mucha gente que combate y niega a un dios fabricado por ellos y otros que se arrodillan ante un dios igualmente fabricado por ellos, por lo cual es de suma importancia revisar qué imagen de Dios estamos utilizando, ya que en muchas ocasiones, en el dios que no cree el ateo es un dios en el que tampoco creo yo, no es el Dios cristiano.
Diversas representaciones de Dios muy extendidas en nuestra sociedad y que desfiguran el verdadero rostro de Dios:
-Pensamos en un Dios Todopoderoso que está allá arriba en el cielo y que dicta unas normas que debemos cumplir, nos está vigilando día y noche, por lo tanto cualquier cosa que hagas queda bien escrita para el Juicio Final. Es una imagen de legislador terrible, de juez supremo, de superpolicía al que no se le escapa una y está esperando ajustar las cuentas contigo. Lógicamente, con esta representación, la gente vive atemorizada y trata de ser buena por miedo, y por eso van caminando por la vida con esa cara de cordero degollado. Se nos olvida lo que nos dice San Juan " Donde hay amor no hay miedo. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el miedo" (1 Jn, 4-18).
-Pensamos en un dios que está ahí fuera, que el cielo está lejos y que aquí en la tierra estamos los seres humanos con peligro constante de irnos al infierno. Es un dios de fuera, que se impone a nosotros, al cual debemos someternos obedientes para no disgustarle.
-Otra representación común es la del genio de la lámpara. Creemos en un dios que "trabaja para nosotros" a cambio de nuestras oraciones (así lo tenemos domesticado) y que, a cambio de éstas, debe cumplirnos el favor que le pedimos. Si no lo hace nos enfadamos... o decimos que no existe.
-Otra es la imagen que surgió en el s. XIX, el dios del teísmo. Este es un "dios tapón", lo colocamos allí donde nuestros conocimientos no llegan y lo expulsamos a patadas de aquello que podemos explicar. Es por ello que el avance de las ciencias parece "amenazar" a dios. Se nos olvida que el Dios verdadero está en todo y en todos, inmanente y trascendente, envolviéndolo todo, dando el ser a todo, porque en Él vivimos, nos movemos y existimos (Hch, 17, 28)
-Muy conectada al dios genio de la lámpara tenemos la del dios siervo entroncada en la superstición. "Le pongo una vela a San Judas, fotocopio 40 veces la oración tal y la reenvió a no sé cuántas personas". "Sacamos al santo en procesión para que llueva". No, miren ustedes, poner velas está muy bien, rezar a los santos es algo estupendísimo... pero no como si fueran "diocesillos paganos" y ni mucho menos tengamos con ellos una relación puramente mercantil... Y con respecto a lo del santo en procesión diré lo que dijo un cura en cierto pueblo malagueño "no, miren ustedes, sacar al santo está muy bien, pero Dios quiere que hagamos un pantano para estar preparados en las épocas de sequía".
-Por último, otra representación muy extendida es la de ese dios solitario, impasible, que está contemplando nuestras miserias y dice algo como "a ver como estos mortales reaccionan, y si son capaces de portarse bien después de todo, al final le concederemos el cielo, la vida, mientras lo que importa es que sufran, que se sometan y que den ejemplo, que yo quiero los males y el sufrimiento".
Como ven, estas imágenes son muy comunes, en todas ellas hay algo de verdad, pero dicha verdad se ha distorsionado terriblemente y a Dios lo hemos convertido en un dios falso, en un ídolo que esclaviza al hombre, que se presenta como un algo extraño que amenaza nuestra libertad.
Estos son los dioses en los que no creen muchos ateos, estos son los dioses en los que no cree el cristiano ( o más bien, no debe creer). Un dios como los que hemos mostrado no sólo no existe... sino que es más que deseable que no exista de ninguna manera.
Después de esta reflexión podemos comprender mejor lo que nos dice el Vaticano II sobre el ateísmo en la Gaudium et Spes, 19:
Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazón a Dios y soslayar las cuestiones religiosas, desoyen el dictamen de su conciencia y, por tanto, no carecen de culpa. Sin embargo, también los creyentes tienen en esto su parte de responsabilidad. Porque el ateísmo, considerado en su total integridad, no es un fenómeno originario, sino un fenómeno derivado de varias causas, entre las que se debe contar también la reacción crítica contra las religiones, y, ciertamente en algunas zonas del mundo, sobre todo contra la religión cristiana. Por lo cual, en esta génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión.
No nos podemos quedar sólo en la crítica. En el siguiente post hablaremos del comportamiento moral, daremos algunas pinceladas sobre lo que nos dice la Revelación y la Teología y reflexionaremos sobre qué representaciones de Dios son más correctas. Hablaremos por tanto de cuál es el criterio para purificar nuestras imágenes de Dios y acercarnos al Trascendente.
Es curioso, lo que cuesta representar a Dios como Padre. No he logrado aún ver plasmado esa figura amorosa. y llego a la conclusión de que es imposible representar a Dios de forma humana. Uno entiende mejor que en el antiguo testamento el nombre de Dios tampoco pudiera mencionarse. desconocía el simbolismo de la pintura que nos presentas, y te confieso que me gusta.
ResponderEliminarUn abrazo
Andy: Me alegra verte por estos lares. No me olvido de tu petición.
ResponderEliminarCon arreglo a este tema de la representación de Dios, yo no me quedo con ninguna teoría y esto es muy difícil para alguien de BB.AA. porque continuamente viajamos con la mente de un lugar a otro con la vista y el resto de los sentidos.
Vamos a ver si me explico. Yo puedo comenzar la oración con una representación, como por ejemplo: el Señor orando en el huerto. Pues bien; al comienzo de la oración, con mi imaginación abarco mentalmente una escena que podría ser de un cuadro que fuese a comenzar yo misma, pero no represento JAMÁS a Nuestro Señor, sino la escena en sí. Lo demás parte del interior de mi alma sin representación teatral alguna. Diría que es como un hilo conductor entre el Altísimo y el deseo que existe en mi alma. La representación se pierde, se evapora y solo queda un diálogo interno. Sé que estoy en comunicación con Él en una unión espiritual y de manera muy especial cuando hay un recogimiento absoluto entre Él y mi alma. Algo maravilloso que no necesita figura de ningún tipo.
No sé si me he explicado, pero yo me entiendo.
Un fuerte abrazo
Angelo, me alegra mucho su comentario. A ver si en el próximo post podemos arrojar un poquito más de luz al tema, en la medida de lo posible, ya que yo no soy nadie para hablar de temas tan elevados como el presente.
ResponderEliminarC, te explicas perfectamente, escribes como una mística, como una Teresa de nuestro siglo.
Las representaciones no son en sí malas, es más, son necesarias porque somos humanos. El peligro está en confundir la representación con la realidad que representa. Debemos recordar que ésta, la realidad, es siempre mayor, trasciende la representación.
En este post he puesto algunas de las representaciones de Dios más frecuentes en nuestro entorno, las negativas, aquellas que son ídolos que desvirtuan el genuino rostro de Dios, como nos dice el Vat. II
Gracias a los dos.