martes, 5 de octubre de 2010

CIENCIA Y TECNOLOGÍA: ¿EL NUEVO ÁRBOL DEL PECADO ORIGINAL?


A veces se ha dicho que la ciencia es algo pecaminoso, casi diabólico. Pero la ciencia es conocimiento, comprensión de la obra de Dios, y el conocer es siempre bueno. Dios, que es la infinita Bondad, lo conoce todo, y Él ha puesto en nosotros esa ansia de encontrar Verdad y Orden en cuanto nos rodea.

La ignorancia es una privación, y nunca resuelve ningún problema, por eso la Iglesia , de una manera explícita en el Concilio Vaticano II y en la Encíclica "Fides et Ratio " de Juan Pablo II, exhorta a los científicos a buscar siempre la Verdad en su campo, y quiere que la Iglesia esté presente en ese quehacer humano, algo de lo que la humanidad puede enorgullecerse, aunque no tuviese consecuencias directas sobre nuestro modo de vida. Por eso hay un "Observatorio Vaticano", dedicado a la más "inútil" de las ciencias, la Astronomía.

Pero nuestro conocer científico tiene luego aplicaciones prácticas, algunas inmediatamente previsibles y otras no. Se cuenta que alguien preguntó a un diletante de la electricidad primitiva, que le enseñaba sus "juguetes" de laboratorio que producían chispas y atracciones y repulsiones, "Y esto, ¿para qué sirve?". Y él contestó: "Y ¿para qué sirve un bebé recién nacido?".

De un modo semejante se dijo que el láser era "una solución en busca de un problema" allá por 1960: nadie sabía para qué podría utilizarse. Es digno de admiración el optimismo de grandes empresas que dejan a científicos eminentes trabajar en lo que quieran , sin exigirles productos vendibles cada cierto tiempo, confiando en que su deseo de conocer mejor la naturaleza será utilizable finalmente. Así se logró el transistor, el láser, el pegamento instantáneo que pega hasta los dedos. Y otros productos, sin buscarlos, resultaron de la actitud alerta de quienes trabajaban en algo totalmente distinto, como el horno de microondas. Así se desarrolla la tecnología en direcciones inesperadas: pensemos en la informática, con Internet, correo electrónico, GPS, teléfono por satélite.

Si la ciencia se convierte en tecnología, dando no solamente conocimiento sino la capacidad de influir en la naturaleza y en la sociedad, entra en juego en ese uso el considerar las consecuencias de su utilización práctica (o de no aplicarla). Si se pudiese ofrecer al mundo una vacuna contra el cáncer u otra enfermedad y no se hiciese, sería un crimen el silencio. Lo sería también el utilizar la tecnología para imponer cualquier tipo de tiranía o restricción de la dignidad de una persona.

No es la ciencia la culpable, sino su aplicación contra la ética: la ciencia primitiva de hacer fuego es la base de nuestra supervivencia, pero puede usarse para hacer daño. Lo mismo puede decirse de la electricidad, de la energía atómica. Y cuanto mayor es el dominio que la tecnología permite sobre el mundo que nos rodea, y sobre nuestro propio cuerpo, más importante es mantener una actitud de discernimiento ético. En este sentido, nunca ha sido la tecnología tan claramente un arma de dos filos, afectando no sólo a nuestro entorno actual, sino a toda la humanidad actual y futura y al mismo planeta Tierra que nos sostiene.

En el relato bíblico del Génesis, el "Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal" simboliza la autosuficiencia de querer erigirse en árbitro absoluto de lo que está bien y lo que está mal, para ser como Dios sin admitir responsabilidad ante nadie. Esta es también ahora la tentación de todos los regímenes ,como el Comunismo y el Nazismo, que convierten al individuo en un engranaje, una cosa útil o no, para una sociedad automática y sin alma. Pero en nuestra Fe toda la humanidad es una familia, donde todos somos hijos queridos del Padre Creador. Solamente así podemos gozar todos de sus dones, de esta hermosa Tierra que es patrimonio común, y de donde la materia de nuestros cuerpos está destinada a participar eternamente de la vida misma de Dios.


Manuel Mª Carreira Vérez, S.J

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