Queridos amigos, tomando como fuente el libro "La apuesta por Dios", de mi profesor Don Juan Antonio Paredes Muñoz, me propongo iniciar un ciclo de post sobre la fe.
No pretendo gran cosa puesto que no soy nadie para hablar de algo tan elevado, simplemente daré unas pinceladas sobre el tema basándome en dicho libro, ya que éste es una guía segura.
Comencemos:
Es imposible una experiencia humana sin fe, pues creer pertenece a la esencia misma del ser humano. En medida diferente, todos creemos en la vida, creemos en los demás y a los demás y creemos en nosotros mismos. O sea, que "creer" es consubstancial al hombre. Desde esta estructura antropológica original surge la apertura a la Trascendencia; la fe en Dios.
Como dice Franco Ardusso, siguiendo de cerca las fuellas de B. Welte:
"No existe ningún hombre en la tierra que no tenga una fe original o que no tenga fe; es decir, que no posea convicciones, certezas, creencias, persuasiones, confianza, de lo que no tiene una total evidencia ni una demostración lógica".
"No se trata sólo de un dato de hecho, de una pura constatación fenomenológica, sino de una necesidad, hasta el punto de que es preciso afirmar que, para el hombre, en la condición actual, lo impensable no es la fe, sino la eliminación total de la fe" (5)
Por otra parte, la mayoría de nuestros conocimientos se apoyan en la confianza que nos merecen los demás. De modo que la fe, en cuanto fuente de conocimiento humano y en cuanto confianza en la vida, es un componente antropológico que hace posible la convivencia. Y es también, como he dicho, la estructura antropológica original, sobre la que se inscribe la apertura humana a la Trascendencia, cuando se interroga sobre el hambre insaciable de bondad, de belleza, de verdad y de amor que lleva en sí mismo; sobre el enigma de la muerte y sobre el bien; en una palabra, sobre el sentido. Pues como dice también Ardusso:
"Si luchamos por la verdad, por la justicia, por la felicidad; si sufrimos por la injusticia y por la falsedad; si no hay nada que logre apagar por completo nuestras aspiraciones y nuestra necesidad de amar y ser amados; si la muerte se nos presenta como un límite que nos gustaría superar, es porque creemos implícitamente en un sentido absoluto, en un futuro absoluto, en una bondad primordial". (6)
Fuente: "La apuesta por Dios", J.A Paredes
(5) F. ARDUSSO, Aprender a creer. Las razones de la fe cristiana, Santander, Edit Sal Terrae, 1999, pg 25
(6) Id 27.
No pretendo gran cosa puesto que no soy nadie para hablar de algo tan elevado, simplemente daré unas pinceladas sobre el tema basándome en dicho libro, ya que éste es una guía segura.
Comencemos:
Es imposible una experiencia humana sin fe, pues creer pertenece a la esencia misma del ser humano. En medida diferente, todos creemos en la vida, creemos en los demás y a los demás y creemos en nosotros mismos. O sea, que "creer" es consubstancial al hombre. Desde esta estructura antropológica original surge la apertura a la Trascendencia; la fe en Dios.
Como dice Franco Ardusso, siguiendo de cerca las fuellas de B. Welte:
"No existe ningún hombre en la tierra que no tenga una fe original o que no tenga fe; es decir, que no posea convicciones, certezas, creencias, persuasiones, confianza, de lo que no tiene una total evidencia ni una demostración lógica".
"No se trata sólo de un dato de hecho, de una pura constatación fenomenológica, sino de una necesidad, hasta el punto de que es preciso afirmar que, para el hombre, en la condición actual, lo impensable no es la fe, sino la eliminación total de la fe" (5)
Por otra parte, la mayoría de nuestros conocimientos se apoyan en la confianza que nos merecen los demás. De modo que la fe, en cuanto fuente de conocimiento humano y en cuanto confianza en la vida, es un componente antropológico que hace posible la convivencia. Y es también, como he dicho, la estructura antropológica original, sobre la que se inscribe la apertura humana a la Trascendencia, cuando se interroga sobre el hambre insaciable de bondad, de belleza, de verdad y de amor que lleva en sí mismo; sobre el enigma de la muerte y sobre el bien; en una palabra, sobre el sentido. Pues como dice también Ardusso:
"Si luchamos por la verdad, por la justicia, por la felicidad; si sufrimos por la injusticia y por la falsedad; si no hay nada que logre apagar por completo nuestras aspiraciones y nuestra necesidad de amar y ser amados; si la muerte se nos presenta como un límite que nos gustaría superar, es porque creemos implícitamente en un sentido absoluto, en un futuro absoluto, en una bondad primordial". (6)
Fuente: "La apuesta por Dios", J.A Paredes
(5) F. ARDUSSO, Aprender a creer. Las razones de la fe cristiana, Santander, Edit Sal Terrae, 1999, pg 25
(6) Id 27.
No sé en qué sitio leí que “Virtus” en latín quiere decir “fuerza” La virtud de la fe es para nosotros la fuerza. La virtud de la esperanza concede una inmensa fuerza. En cuanto a la caridad es la valentía de amar a Dios y al prójimo.
ResponderEliminarLa fe es un misterio, es un don que Dios nos da gratuitamente, pero es también, una decisión nuestra. “Creo lo que quiero creer” decía Santa Teresita del Niño Jesús y llevaba escrito con su sangre el Credo. Creer no sale solo. Es posible porque el Espíritu Santo ayuda si se lo pedimos. Y hay que pedirlo con mucha insistencia.
La esperanza, sin embargo, requiere un esfuerzo, porque es muy fácil inquietarse, temer o desanimarse que esperar, porque esperar es dar crédito, ¿no?
En cuanto al amor, también es una decisión, porque significa elegir. Estas virtudes nacen y crecen en nuestro corazón gracias a la obra del Espíritu Santo que obra en nosotros si nosotros queremos.
“Toda vida es una Misa”, decía no sé, alguien que no me acuerdo, y toda vida es un Rosario. Son efusiones de gozo, de dolor y de gloria. La primera hace brotar la fe, la segunda para enseñar la esperanza y la tercera para comunicar la valentía de amar, revelándonos la belleza del misterio de Cristo, de su pasión y nuestra vocación para seguirle, amarle, o no. Todo es cuestión de amor y generosidad.
Quien practica la virtud de la esperanza es quien se sabe infinitamente débil y frágil; quien no se apoya en sí mismo, sino que cuenta con Dios, lo espera todo del Señor, porque tiene fe en Él. Él es Amor y, creo, que es donde radica el misterio. Lo demás es una consecuencia de ese infinito amor.
Gracias por tu hermoso texto. Nos hace meditar, que falta nos hace.
Un fuerte abrazo y suelta las notazas.
p/d Tengo una exposición a final de mes y estoy más liada que la pata de un romano.
Comentario de prueba.
ResponderEliminarQuerida Cristina, muchísimas gracias por tu comentario, es muy bueno.
ResponderEliminarEfectivamente la esperanza es un "dar crédito", es una actitud dinámica, no es estática, nos coloca en tensión hacia un futuro mejor, hacia un futuro de plenitud en las promesas de Cristo Nuestro Señor.
Lo que dices del amor es muy acertado, ya nos lo dice el evangelio, Dios es Amor, nos crea por amor, nos sostiene en el amor y nos salva en el amor.
Espero que tu exposición salga genial, es una pena que no vivamos en la misma ciudad para poder asistir. Con todo, te deseo lo mejor.
Yo también ando liadillo últimamente con cosas de casa, pero prometo seguir con esta serie de post sencillitos sobre la fe.
Un abrazo y gracias.
Cristina, por lo visto ha sido un problema de la red y han salido todos tus comentarios, de modo que he borrado los demás y he dejado el bueno.
ResponderEliminarGracias por la paciencia.