miércoles, 28 de julio de 2010

Características del acto de fe (IV)

2) El camino de la Revelación



Dice el autor de la Carta a los Hebreos que Dios nos ha hablado de muchos modos y de manera fragmentaria por medio de los profetas, con obras y palabras (cf Hb 1,1). Ha salido de su Misterio y se nos ha dado a conocer. Por eso, cuando se proclama la Escritura en nuestras celebraciones se añade siempre: es Palabra de Dios. Dicha Revelación culmina en Jesucristo, porque Él es la Palabra, la Imagen y el Verbo de Dios, pues Dios mismo nos sale personalmente al encuentro en Él, en sus obras y en sus dichos. Y lo hace de una manera definitiva, por lo que Jesucristo es semejante al filtro que purifica el nombre y la enseñanza de Dios de todas las adherencias no evangélicas.

Para conocer a Dios, tenemos que acercarnos a Él con la inteligencia y con el corazón; pero también tenemos que acercarnos a Él con la fe, porque su persona excede la capacidad de toda inteligencia humana. Para nosotros, Jesucristo es Dios y el gran signo de Dios, su Imagen perfecta; conocerle a Él es conocer al Padre. Su amor es la revelación del amor que Dios nos tiene, su libertad es la libertad de Dios, su compasión ante todo sufrimiento humano es la manifestación de la compasión y de la cercanía de Dios al hombre; especialmente a los limpios de corazón.

Decimos que Jesucristo es la luz, porque nos ilumina el misterio de Dios y del hombre. Él es el rostro amoroso de Dios en nuestra historia humana, que nos esclarece el sentido último de la vida y la muerte. Y nosotros encontramos ese rostro en la Revelación.

Hablamos de la revelación de Dios en la historia, de la autocomunicación libre de Dios al hombre, realizada por medio de los profestas y culminada en Jesucristo, su Hijo. Dios se ha hecho historia en la Persona del Hijo y en la historia nos habló y nos sigue hablando con hechos y palabras. Dios mismo se da personalmente al hombre y se da a conocer. Como dice el Vaticano II:

"Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad... En esta revelación, Dios invisible (...), movido por amor, habla a los hombres como amigos (...), trata con ellos (...) para invitarlos y recibirlos en su compañía"

Esta Revelación está contenida en la Escritura y en la Tradición de la Iglesia. No es, en su sentido profundo, un conjunto de verdades, sino la herencia apostólica que sigue hablando personal y comunitariamente a los hombres de hoy.

Como presencia activa de Dios y Palabra suya, además de ser interpelación y llamada, la Revelación tiene unos contenidos objetivos. Y le corresponde a todo el pueblo cristiano ir descubriendo progresivamente, a lo largo de los tiempos, esas llamadas y contenidos. El Pueblo de Dios interpreta y proclama la Revelación fundamentalmente a través de su vida: del amor fraterno, de su apuesta por el hombre, de su compromiso con los pobres y de su misma oración. Pero también lo hace mediante propuestas dirigidas a la inteligencia y contenidas en el "Credo".

Por eso, también los teólogos y los estudiosos tienen mucho que decir. Y lo hacen con su carisma y con su ciencia, preguntando a nuestra Tradición de fe y actualizando sus contenidos. Como miembros de la Iglesia, desempeñan su difícil tarea en nombre de la Iglesia. A veces surgen discusiones y preguntas en torno a cuestiones graves y, en ese momento es cuando la Iglesia, a través de su Magisterio institucional y jerárquico fija y presenta la fe que, como Pueblo de Dios, todos hemos de compartir y confesar. Pues todos los cristianos abrimos caminos y aportamos ideas, pero cuando hay que "fijar" los contenidos fundamentales de la fe, sólo el Magisterio es el intérprete auténtico de la Revelación.

Este segundo camino de acceso a Dios no implica una ruptura con el camino de la razón y, se equivocó K. Barth- un teólogo luterano lleno de intuiciones geniales y de grandes aciertos- al contraponer Revelación y razón, religión y fe.

También aquí tiene algo que decirnos la razón,( es lo que se estudia con los métodos histórico- críticos, la exégesis, el estudio filológico...) Dichos estudios nos permiten llegar al Jesús histórico (cristología implícita y cristología explícita) que no es otro que el Cristo de la fe (verdadero Dios y verdadero hombre), es por ello que lo más correcto es decir Jesucristo (Jesús-Cristo, va inseparablemente unida historia y fe).

Como nos dice el Vaticano I "el conocimiento que nos llega por la Revelación puede ser conocido por todos, aun en la condición presente del género humano, con firme certeza y sin mezcla de error alguno" "aquello que en las cosas divinas no es de suyo inaccesible a la razón humana". Además, "la razón, ilustrada por la fe, cuando busca cuidadosa, pía y sobriamente, alcanza por don de Dios alguna inteligencia, y muy fructuosa, de los miserios".


PD: He empezado a leer "Jesucristo, una propuesta de vida", del teólogo dominico Jesús espeja y me está gustando mucho. Ya os iré contando, conforme avance, qué me parece el libro en su totalidad (porque he cogido la mala costumbre de leer varias cosas a la vez... y dichas licencias sólo se las podía tomar Santo Tomás, que escribía hasta dos libros al mismo tiempo).

4 comentarios:

  1. Muy interesante tu reflexión sobre la Revelación. Sí, sólo por la fe se puede creer en Dios, como hacen los deístas, pero así sólo tenemos 3 o 4 ideas sobre Él, nada que ver con la riqueza del Evangelio, claro. ¿No hay un momento en que Jesús dice algo así como que ha revelado a sus discípulos TODO lo que Él sabe del Padre (en el Evangelio de San Juan, creo)?

    Muy admirable lo de los dos libros de lectura a un tiempo: yo necesito ir de uno en uno, y con las manos encima de la cabeza.

    ResponderEliminar
  2. Excelente exposicón y muy bien por elegir a tan buen Padre dominico para leer.
    Con ternura.
    Sor.Cecilia

    ResponderEliminar
  3. Efectivamente, me parece que sin Revelación no hacemos nada, puesto que si se deja el remontarse desde las cosas de este mundo hasta Dios a las luces de cada uno en exclusiva, entonces apaga y vámonos.

    ResponderEliminar
  4. Fernando, muy acertado. Si Dios no se da a conocer pocas cosas podemos decir sobre ÉL. El culmen de la Revelación está ne Jesús, pero Él mismo es inagotable, inabarcable... nunca conocemos lo suficiente a Dios, eso es un camino hacia la eternidad.

    Ahora me he centrado sólo en un libro :)

    Sor Cecilia, muchísimas gracias por sacar tiempo y pasarse por mi blog. Verdaderamente Jesús Espeja es un gran teólogo, lumbrera de tu Orden.

    Painted, ya lo hemos hablado usted y yo. Dios es un ser personal (por ello nosotros somos seres personales, a su imagen y semejanza) y como tal sólo puede ser conocido si ÉL mismo se da a conocer (igual que nosotros).


    Un abrazo a todos, gracias por los comentarios.

    ResponderEliminar