Es el camino de los místicos y de los santos, el camino de la vida y del corazón. Pues junto a la búsqueda intelectual y al conocimiento de la Revelación existe el camino de la contemplación, el camino orante. Porque la fe viva, entendida como entrega personal y confiada a la llamada divina, es el camino más breve hacia Dios. Como dice San Juan de la Cruz, en la "antención a lo interior y estarse amando al Amado", que constituye la esencia misma de la contemplación, "enseña Dios ocultísima y secretísimamente al alma sin ella saber cómo". Según su experiencia, se trata de un camino inagotable:
Y advierte San Cirilo de Jerusalén que "el alma, iluminada por esta fe, alcanza a concebir en su mente una imagen de Dios, y llega incluso hasta a contemplar al mismo Dios en la medida en que ello es posible".
Cuando el hombre "se esfuerza en fijar en Dios su corazón y su mente, en la contemplación, realiza el acto espiritual que debe ser considerado como el más noble de todos" (Pablo VI). Y ningún conocimiento de Dios puede reemplazar este saber de amigos que florece en la intimidad y el diálogo de la oración, en ese " hablar de amistad con quien sabemos nos ama" (Santa Teresa).
En su Itinerario de la mente hacia Dios, San Buenaventura desarrolla con profundidad este proceso de acercamiento a Dios. Dice así:
Los Padres de la Iglesia tenían una comprensión muy rica y muy vital de la Teología. Para ellos, el saber sobre Dios no se limitaba, como sucedió luego en la Escolástica, a un saber de la razón sin más, a una ciencia desligada de la experiencia creyente del sujeto. A ellos les resultaba ininteligible separar la Teología de la experiencia viva de fe, y en esa experiencia tiene un lugar preeminente el amor.
Fue San Agustín quien profundizó en el tema de forma más sistemática. Para alcanzar el conocimiento de Dios, viene a decirnos, hay que partir de la fe: una fe que es apertura amistosa a Dios, escucha agradecida y seguimiento amoroso. Pues sólo quien ama de veras llega a conocer con profundidad la verdad última de Dios y del hombre. Esta línea de pensamiento no llega a desaparecer nunca de la Teología, sino que se va trasmitiendo en aquellas corrientes que permanecen en la órbita agustiniana. Es el caso de S. Buenaventura, como nos pone de manifiesto el texto que hemos visto al comienzo de este capítulo.
Y aunque son más numerosos quienes siguen manteniendo una comprensión de la Teología como saber "intelectual", existe también una tendencia fuerte a recuperar un concepto que, sin bajar la guardia en lo que se refiere al rigor, esté más en la línea de los Padres. Como dice con gran lucidez A. Martín:
Resulta por ello muy interesante que algunos pensadores comiencen a tomar los relatos testimoniales de los grandes creyentes como base para apoyar su afirmación de la existencia de Dios y para logar un mejor conocimiento de Dios y de las cosas de Dios. En este campo, el argumento que hace creíble la fe es la calidad humana de los santos. Personas de su talla indican que el Evangelio es realmente camino de salvación para el hombre
"Por más misterio y maravillas que han descubierto los santos doctores y entendido las santas almas en este estado de vida, les quedó todo lo más por decir y aun por entender, y así hay mucho que ahondar en Cristo, porque es como una abundante mina con muchos senos de tesoros que, por más que se ahonden, nunca les hallan fin ni término, antes van hallando en cada seno nuevas venas de nuevas riquezas de aquí y allá"
Y advierte San Cirilo de Jerusalén que "el alma, iluminada por esta fe, alcanza a concebir en su mente una imagen de Dios, y llega incluso hasta a contemplar al mismo Dios en la medida en que ello es posible".
Cuando el hombre "se esfuerza en fijar en Dios su corazón y su mente, en la contemplación, realiza el acto espiritual que debe ser considerado como el más noble de todos" (Pablo VI). Y ningún conocimiento de Dios puede reemplazar este saber de amigos que florece en la intimidad y el diálogo de la oración, en ese " hablar de amistad con quien sabemos nos ama" (Santa Teresa).
En su Itinerario de la mente hacia Dios, San Buenaventura desarrolla con profundidad este proceso de acercamiento a Dios. Dice así:
"Para que este paso sea perfecto, hay que abandonar toda especulación de orden intelectual y concentrar en Dios la totalidad de nuestras aspiraciones. Esto es algo misterioso y secretísimo, que sólo puede conocer aquel que lo recibe, y nadie lo recibe sino el que lo desea, y no lo desea sino aquel a quien inflama en lo más íntimo el fuego del Espíritu Santo, que Cristo envió a la tierra. Por eso dice el Apóstol que esta sabiduría misteriosa es revelada por el Espíritu Santo. Si quieres saber cómo se realizan estas cosas, pregunta a la gracia, no al saber humano; pregunta al deseo, no al entendimiento, pregunta al gemido expresado en la oración, no al estudio y la lectura; pregunta al Espíritu, no al maestro; pregunta a Dios, no al hombre; pregunta a la oscuridad, no a la claridad; no a la luz, sino al fuego que abrasa totalmente y que transporta hacia Dios con unción suavísima y ardentísimos afectos".
Los Padres de la Iglesia tenían una comprensión muy rica y muy vital de la Teología. Para ellos, el saber sobre Dios no se limitaba, como sucedió luego en la Escolástica, a un saber de la razón sin más, a una ciencia desligada de la experiencia creyente del sujeto. A ellos les resultaba ininteligible separar la Teología de la experiencia viva de fe, y en esa experiencia tiene un lugar preeminente el amor.
Fue San Agustín quien profundizó en el tema de forma más sistemática. Para alcanzar el conocimiento de Dios, viene a decirnos, hay que partir de la fe: una fe que es apertura amistosa a Dios, escucha agradecida y seguimiento amoroso. Pues sólo quien ama de veras llega a conocer con profundidad la verdad última de Dios y del hombre. Esta línea de pensamiento no llega a desaparecer nunca de la Teología, sino que se va trasmitiendo en aquellas corrientes que permanecen en la órbita agustiniana. Es el caso de S. Buenaventura, como nos pone de manifiesto el texto que hemos visto al comienzo de este capítulo.
Y aunque son más numerosos quienes siguen manteniendo una comprensión de la Teología como saber "intelectual", existe también una tendencia fuerte a recuperar un concepto que, sin bajar la guardia en lo que se refiere al rigor, esté más en la línea de los Padres. Como dice con gran lucidez A. Martín:
"La teología no es sólo nocional sino también vital, no es tarea de sólo entendimiento sino también de amor... Dios no es puro concepto, sino un ser que nos ama y se nos entrega".
Resulta por ello muy interesante que algunos pensadores comiencen a tomar los relatos testimoniales de los grandes creyentes como base para apoyar su afirmación de la existencia de Dios y para logar un mejor conocimiento de Dios y de las cosas de Dios. En este campo, el argumento que hace creíble la fe es la calidad humana de los santos. Personas de su talla indican que el Evangelio es realmente camino de salvación para el hombre
te felicito por tu exposició querido Andy.
ResponderEliminarefectivamente , el buen teólogo habla de Dios desde la experiencia de Dios mismo en su vida,pero por desgracia hay muchos que sin esa experiencia de Dios,se atreven con mil y una palabras definir a un Dios que no cabe en ninguna cosa creada ni por crear si eso fuese posible. El buen teólogo , habla de Dios porque vive de él.
con ternura
sor.cecilia
Querido Andy: Hasta el lunes no he tenido internet.
ResponderEliminarEstamos en la playa desde el viernes.
Como dice sor Cecilia me ha encantado tu exposición, además has tocado nada más y nada menos que a los santos de todos los santos, pero para mí te falta uno, en este caso una. La más humilde: santa Teresita del Niño Jesús. Léete "Historia de un alma"
No te digo más que yo me he educado con Santa Teresa y San Juan de la Cruz; hasta hice una exposición basada en el "Cántico espiritual" que es de una belleza sublime. Sudé ni te imaginas. Casi tinta china.
Un besazo
Sor Cecilia, es mérito es todo del que fue mi profesor.
ResponderEliminarTiene usted mucha razón, sin vivir una experiencia creyente... no se puede hacer Teología.
Querida Cristina, ¡cuánta razón tienes!, yo también soy un apasionado del Carmelo y por ello me leí el libro de la Vida de Santa Teresa de Jesús y también "Historia de un alma" de Teresita y me encantaron ,son conmovedoras y muy espirituales.
Me hubiera encantado ver tu exposición sobre el Cántico, seguro que fue preciosa.
Un abrazo a las dos, gracias.
Mi estimado Andy, pasate por mi blog y llevate el premio que deseo compartir contigo.
ResponderEliminarUn abrazo con ternura
Sor.Cecilia