
También le pido que nos bendiga a todos y nos ayude en este ciclo que comienza.
La verdadera experiencia de Dios es, como el amor mismo, difícil de describir con palabras, por ello voy a poner un pequeño ejemplo de lo que puede ocurrir en oración.
¿No os ha pasado alguna vez el estar sentados y que, por detrás, se acerque sin hacer ruido la persona amada, querida, cercana? ¿No habéis sentido su presencia? Es ese un momento verdaderamente mágico. Aún no te has girado para ver, ni esa persona te ha dicho nada, pero sientes que está ahí, justo detrás tuya. Es una experiencia real y profunda. Santa Teresa decía que era como estar de espaldas al sol, con los ojos cerrados, pero sintiendo su calor, su “lumbre”, sentir su presencia.
Os voy a poner un caso sacado del librito Experiencia mística y psicoanálisis, de Sal Terrae, que lo explica infinitamente mejor. Se trata de la experiencia tenida por un sujeto que, permaneciendo largo tiempo en una situación de aridez y dispersión en su vida de oración y habiendo llegado a aceptar sin particular avaricia espiritual y sin aspavientos la suerte que le tocaba, nos relata la experiencia que tuvo lugar, hace ya treinta y siete años, y que no ha vuelto a repetirse en su vida:
Cuando menos lo esperaba, a última hora de la tarde del 5 ó 6 de diciembre de 1961, durante la oración, sentí que se hacía presente. Nada de visiones ni de música celestiales, sino la intensa sensación de su presencia personal, de la que no cabía dudar. Y con esa presencia, una íntima conciencia de finitud radical ante su rotundidad desbordante. De manera espontánea, desde el pequeño banquillo en que oraba deslicé las rodillas hasta el suelo y me incliné hasta casi poner la frente en tierra, en un gesto elemental de adoración. Pero no había ningún matiz sobrecogedor. Todo lo contrario. Me envolvía una serena sensación de gozo colmado, luminoso, armónico, en presencia de Alguien a quien había buscado y esperado mucho tiempo, que se me comunicaba sin palabras. Mis posibles reivindicaciones se habían desvanecido; era un absoluto regalo al que nunca había tenido derecho. Sólo sentía agradecimiento ante aquella experiencia estimulante de amor y plenitud.
No creo que durase mucho tiempo. Pero aquella experiencia permanece en mi recuerdo como un hito en mis relaciones con Dios, que, como las de cualquier creyente, suelen discurrir entre el desconcierto y la esperanza.
Fragmentos del libro-entrevista al Papa
Sexualidad
"Concentrarse sólo en el preservativo quiere decir banalizar la sexualidad y es justamente esa banalización la razón por la que tantas, muchas personas no ven en la sexualidad una expresión de amor, sino una suerte de droga, que se suministran a sí mismos".
Preservativo
"Puede haber algunos casos justificados (del uso del condón), por ejemplo cuando una prostituta (prostituto, en la versión en alemán, ndr) utiliza un profiláctico. Ello puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad, consciente de que todo no está permitido y no se puede hacer todo lo que uno quiere. Sin embargo, esa no puede ser la verdadera manera para vencer el sida. Es necesaria una humanización de la sexualidad".
Los escándalos por la pedofilia
"No me cogieron del todo por sorpresa. En la Congregación para la Doctrina de la Fe me había ocupado de los casos en Estados Unidos, había visto como crecía la situación en Irlanda. Pero la dimensión del escándalo fue un shock enorme".
La Iglesia y los medios de comunicación
"En esta época marcada por los escándalos, experimentamos tristeza y dolor por una Iglesia mísera y por los fracasos de sus miembros. Era evidente que la acción de los medios no estaba guiada solamente por la búsqueda de la verdad, sino que había satisfacción en ridiculizar a la Iglesia y, si era posible, desacreditarla. Pese a ello debe quedar claro que cuando se trata de sacar a la luz la verdad, debemos agradecerlo".
La infalibilidad del Papa
"El concepto de infalibilidad del Papa se ha desarrollado en el curso de los siglos. En determinadas condiciones y circunstancias. El Papa puede tomar decisiones vinculantes a través de las cuales queda claro qué es o no fe. Eso no quiere decir que todo lo que afirma es infalible".
Mujeres sacerdotes
"No se trata de no querer, sino de no poder. No hemos sido nosotros los que hemos creado esta forma de Iglesia, seguirla es un acto de obediencia, tal vez una de las obediencias más pesadas. No podemos hacer lo que queramos, tenemos que atenernos a la voluntad del Señor".
Burka
"Sobre el burka no veo razón alguna de prohibirlo en forma generalizada. Se dice que algunas mujeres no lo llevan de forma voluntaria y que en realidad es impuesto con cierta violencia. Por supuesto que con ello no se puede estar de acuerdo. Pero si quieren llevarlo voluntariamente, no sé por qué se les debe prohibir".
Cónclave
"El pensamiento de la guillotina me llegó: ahora cae y me golpea. Estaba convencido de que este cargo no era para mí y que Dios, después de tantos años agitados, me iba a conceder un poco de paz y tranquilidad".
"Entendí que después de grandes Papas debe haber también pequeños pontífices para que hagan su propio aporte".
Tiempo libre
"Veo los noticieros de televisión con mis secretarios y a veces un dvd. Nos gusta Don Camilo y Peppone (célebre libro y película italiana sobre el enfrentamiento entre un cura de pueblo y el alcalde comunista en la posguerra, ndr). Escucho música y rezo i Vespri (las oraciones del atardecer, ndr)".
La droga
Cansancio
"Me he dado cuenta de que las fuerzas disminuyen, hay que ahorrar energía y reservar tiempo al descanso. No uso más la 'cyclette' (bicicleta estática, ndr), no hago deporte"
Curiosidades
"Visto siempre con sotana, jamás llevo un jersey. El reloj que tengo era de mi hermana, me lo dejó ella".
"No tengo billetera ni cuenta corriente".
Intervinieron en la conferencia de prensa el Cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos; el Arzobispo Gianfranco Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura; el Arzobispo Nikola Eterovic y Mons. Fortunato Frezza, respectivamente Secretario general y Subsecretario del Sínodo de los Obispos.
El documento presentado hoy y con fecha 30 de septiembre, memoria de San Jerónimo, es fruto de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada en Roma del 5 al 26 de octubre de 2008. Se ha publicado en latín, italiano, inglés, francés, español, alemán, portugués, polaco. Consta de una introducción, tres partes y una conclusión.
Primera parte
Mons. Eterovic explicó que en la primera parte, titulada "Verbum Dei", el Papa hace hincapié "en el papel fundamental de Dios Padre, fuente y origen de la Palabra, así como la dimensión trinitaria de la revelación".
En el primer capítulo, "El Dios que habla", se resalta "la voluntad de Dios de abrir y mantener un diálogo con el ser humano, en el que Dios toma la iniciativa y se revela de diversas maneras". Asimismo "se destaca el aspecto cristológico de la Palabra, subrayando al mismo tiempo la dimensión pneumatológica". En esta parte se afronta la relación entre Escritura y Tradición, así como el tema de la inspiración y verdad de la Biblia.
"La respuesta del hombre al Dios que habla" es el título del segundo capítulo. "El hombre está llamado a entrar en la Alianza con su Dios que lo escucha y responde a sus preguntas. A Dios que habla, el hombre responde con la fe. La oración más indicada es la realizada mediante las palabras que el mismo Dios ha revelado y que se mantienen escritas en la Biblia".
El tercer capítulo está dedicado al tema "La hermenéutica de la Sagrada Escritura en la Iglesia". Se dice que "la Sagrada Escritura debería ser, como lo manifiesta la Constitución dogmática "Dei Verbum" sobre la divina revelación, "el alma de la teología sagrada".
Se afirma que "la hermenéutica bíblica del Concilio Vaticano II debe ser redescubierta a fin de evitar un cierto dualismo de la hermenéutica secularizada, que podría dar lugar a una interpretación fundamentalista o espiritualista de la Sagrada Escritura. La recta hermenéutica exige la complementariedad del sentido literal y espiritual, una armonía entre fe y razón. Por lo que concierne a la relación entre cristianos y judíos con referencia a las Escrituras, "se subraya que es muy especial porque comparten buena parte de ellas".
Segunda parte
La segunda parte se titula "Verbum in Ecclesia". En el primer capítulo, "La Palabra de Dios y la Iglesia", "se subraya que gracias a la Palabra de Dios y a la acción sacramental, Jesucristo es contemporáneo a los hombres en la vida de la Iglesia".
"La Liturgia, lugar privilegiado de la Palabra de Dios" es el título del segundo capítulo, en el que se insiste "en el nexo vital entre la Sagrada Escritura y los sacramentos, en particular, la Eucaristía". Se recuerda la importancia del Leccionario y de la proclamación de la Palabra y del ministerio de lectorado, insistiendo sobre todo en la preparación de la homilía, un tema de gran importancia en la Exhortación Apostólica post-sinodal.
El tercer capítulo está dedicado a "La Palabra de Dios en la vida de la Iglesia", donde se destaca "la importancia de la animación bíblica de la pastoral, la dimensión bíblica de la catequesis, la formación bíblica de los cristianos, la Sagrada Escritura en los grandes encuentros eclesiales, y la Palabra de Dios en relación con las vocaciones". También "se presta una especial atención a la Lectio divina y a la oración mariana".
Tercera parte
La tercera parte, titulada "Verbum mundo", subraya "el deber de los cristianos de anunciar la Palabra de Dios en el mundo en el que viven y trabajan. En el primer capítulo, "La misión de la Iglesia: anunciar la Palabra de Dios al mundo", se señala que la Iglesia está orientada al primer anuncio, "ad gentes", a los que todavía no conocen al Verbo, Palabra de Dios, pero también a aquellos que han sido bautizados pero que necesitan una nueva evangelización para redescubrir la Palabra de Dios".
"Palabra de Dios y compromiso en el mundo", es el título del segundo capítulo. En él se recuerda que "los cristianos están llamados a servir al Verbo de Dios en los hermanos más pequeños y, por tanto, a comprometerse en la sociedad para la reconciliación, la justicia y la paz entre los pueblos".
El tercer capítulo está dedicado a "La Palabra de Dios y las culturas". Se pone de manifiesto "el deseo de que la Biblia sea mejor conocida en las escuelas y universidades y que los medios de comunicación social usen todas las posibilidades técnicas para su divulgación. El tema de la enculturación de la Sagrada Escritura está vinculado a las traducciones y a la difusión de la Biblia, que hay que incrementar".
"Palabra de Dios y diálogo interreligioso", es el tema del cuarto capítulo. "Después de haber puesto de relieve el valor y la actualidad del diálogo interreligioso, la "Verbum Domini" ofrece unas indicaciones útiles sobre el diálogo entre cristianos y musulmanes, así como con los pertenecientes a otras religiones no cristianas, en el marco de la libertad religiosa, que implica no sólo la libertad de profesar la propia fe en privado y en público, sino también la libertad de conciencia, es decir, de elegir la propia religión".
En la conclusión, dijo el arzobispo Eterovic, el Santo Padre reitera la exhortación a todos los cristianos a "esforzarse para tener cada vez más familiaridad con la Sagrada Escritura".
Fuente: ACI Prensa.
19. | Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, | |
20. | edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, | |
21. | en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, | |
22. | en quien también vosotros estáis siendo juntamente edificados, hasta ser morada de Dios en el Espíritu. |
Homilía en la Sagrada Familia
Estimats germans i germanes en el Senyor:
«La diada d’avui és santa, dedicada a Déu, nostre Senyor; no us entristiu ni ploreu… El goig del Senyor sarà la vostra força» (Ne 8, 9-11). Amb aquestes paraules de la primera lectura que hem proclamat vull saludar-vos a tots els qui us trobeu aquí presents participant en aquesta celebració. Adreço una salutació afectuosa a Ses Majestats els Reis d’Espanya, que han volgut acompanyar-nos cordialment. La meva salutació agraïda al Senyor Cardenal Lluís Martínez Sistach, Arquebisbe de Barcelona, per les seves paraules de benvinguda i la seva invitació a dedicar aquesta Església de la Sagrada Família, suma admirable de tècnica, d’art i de fe. Saludo també al Cardenal Ricard Maria Carles Gordó, Arquebisbe emèrit de Barcelona, als altres Senyors Cardenals i Germans en l’Episcopat, especialment, al Bisbe auxiliar d’aquesta Església particular, com també als nombrosos sacerdots, diaques, seminaristes, religiosos i fidels que participen en aquesta solemne cerimònia. També adreço la meva deferent salutació a totes les Autoritats Nacionals, Autonòmiques i Locals, com també als membres d’altres comunitats cristianes, que s’han unit al nostre goig i a la nostra lloança agraïda a Déu.
Este día es un punto significativo en una larga historia de ilusión, de trabajo y de generosidad, que dura más de un siglo. En estos momentos, quisiera recordar a todos y a cada uno de los que han hecho posible el gozo que a todos nos embarga hoy, desde los promotores hasta los ejecutores de la obra; desde los arquitectos y albañiles de la misma, a todos aquellos que han ofrecido, de una u otra forma, su inestimable aportación para hacer posible la progresión de este edificio.
Y recordamos, sobre todo, al que fue alma y artífice de este proyecto: a Antoni Gaudí, arquitecto genial y cristiano consecuente, con la antorcha de su fe ardiendo hasta el término de su vida, vivida en dignidad y austeridad absoluta. Este acto es también, de algún modo, el punto cumbre y la desembocadura de una historia de esta tierra catalana que, sobre todo desde finales del siglo XIX, dio una pléyade de santos y de fundadores, de mártires y de poetas cristianos. Historia de santidad, de creación artística y poética, nacidas de la fe, que hoy recogemos y presentamos como ofrenda a Dios en esta Eucaristía.
La alegría que siento de poder presidir esta ceremonia se ha visto incrementada cuando he sabido que este templo, desde sus orígenes, ha estado muy vinculado a la figura de san José. Me ha conmovido especialmente la seguridad con la que Gaudí, ante las innumerables dificultades que tuvo que afrontar, exclamaba lleno de confianza en la divina Providencia: «San José acabará el templo». Por eso ahora, no deja de ser significativo que sea dedicado por un Papa cuyo nombre de pila es José.
¿Qué hacemos al dedicar este templo? En el corazón del mundo, ante la mirada de Dios y de los hombres, en un humilde y gozoso acto de fe, levantamos una inmensa mole de materia, fruto de la naturaleza y de un inconmensurable esfuerzo de la inteligencia humana, constructora de esta obra de arte. Ella es un signo visible del Dios invisible, a cuya gloria se alzan estas torres, saetas que apuntan al absoluto de la luz y de Aquel que es la Luz, la Altura y la Belleza misma.
En este recinto, Gaudí quiso unir la inspiración que le llegaba de los tres grandes libros en los que se alimentaba como hombre, como creyente y como arquitecto: el libro de la naturaleza, el libro de la Sagrada Escritura y el libro de la Liturgia. Así unió la realidad del mundo y la historia de la salvación, tal como nos es narrada en la Biblia y actualizada en la Liturgia. Introdujo piedras, árboles y vida humana dentro del templo, para que toda la creación convergiera en la alabanza divina, pero al mismo tiempo sacó los retablos afuera, para poner ante los hombres el misterio de Dios revelado en el nacimiento, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. De este modo, colaboró genialmente a la edificación de la conciencia humana anclada en el mundo, abierta a Dios, iluminada y santificada por Cristo. E hizo algo que es una de las tareas más importantes hoy: superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza. Esto lo realizó Antoni Gaudí no con palabras sino con piedras, trazos, planos y cumbres. Y es que la belleza es la gran necesidad del hombre; es la raíz de la que brota el tronco de nuestra paz y los frutos de nuestra esperanza. La belleza es también reveladora de Dios porque, como Él, la obra bella es pura gratuidad, invita a la libertad y arranca del egoísmo.
Hemos dedicado este espacio sagrado a Dios, que se nos ha revelado y entregado en Cristo para ser definitivamente Dios con los hombres. La Palabra revelada, la humanidad de Cristo y su Iglesia son las tres expresiones máximas de su manifestación y entrega a los hombres. «Mire cada cual cómo construye. Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, que es Jesucristo» (1 Co 3,10-11), dice San Pablo en la segunda lectura. El Señor Jesús es la piedra que soporta el peso del mundo, que mantiene la cohesión de la Iglesia y que recoge en unidad final todas las conquistas de la humanidad. En Él tenemos la Palabra y la presencia de Dios, y de Él recibe la Iglesia su vida, su doctrina y su misión. La Iglesia no tiene consistencia por sí misma; está llamada a ser signo e instrumento de Cristo, en pura docilidad a su autoridad y en total servicio a su mandato. El único Cristo funda la única Iglesia; Él es la roca sobre la que se cimienta nuestra fe. Apoyados en esa fe, busquemos juntos mostrar al mundo el rostro de Dios, que es amor y el único que puede responder al anhelo de plenitud del hombre. Ésa es la gran tarea, mostrar a todos que Dios es Dios de paz y no de violencia, de libertad y no de coacción, de concordia y no de discordia. En este sentido, pienso que la dedicación de este templo de la Sagrada Familia, en una época en la que el hombre pretende edificar su vida de espaldas a Dios, como si ya no tuviera nada que decirle, resulta un hecho de gran significado. Gaudí, con su obra, nos muestra que Dios es la verdadera medida del hombre.
Que el secreto de la auténtica originalidad está, como decía él, en volver al origen que es Dios. Él mismo, abriendo así su espíritu a Dios ha sido capaz de crear en esta ciudad un espacio de belleza, de fe y de esperanza, que lleva al hombre al encuentro con quien es la Verdad y la Bellezamisma. Así expresaba el arquitecto sus sentimientos: «Un templo [es] la única cosa digna de representar el sentir de un pueblo, ya que la religión es la cosa más elevada en el hombre».
Esa afirmación de Dios lleva consigo la suprema afirmación y tutela de la dignidad de cada hombre y de todos los hombres: «¿No sabéis que sois templo de Dios?... El templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros» (1 Co 3,16-17). He aquí unidas la verdad y dignidad de Dios con la verdad y la dignidad del hombre. Al consagrar el altar de este templo, considerando a Cristo como su fundamento, estamos presentando ante el mundo a Dios que es amigo de los hombres e invitando a los hombres a ser amigos de Dios. Como enseña el caso de Zaqueo, del que se habla en el Evangelio de hoy (cf. Lc 19,1-10), si el hombre deja entrar a Dios en su vida y en su mundo, si deja que Cristo viva en su corazón, no se arrepentirá, sino que experimentará la alegría de compartir su misma vida siendo objeto de su amor infinito.
La iniciativa de este templo se debe a la Asociación de amigos de San José, quienes quisieron dedicarlo a la Sagrada Familia de Nazaret. Desde siempre, el hogar formado por Jesús, María y José ha sido considerado como escuela de amor, oración y trabajo. Los patrocinadores de este templo querían mostrar al mundo el amor, el trabajo y el servicio vividos ante Dios, tal como los vivió la Sagrada Familia de Nazaret. Las condiciones de la vida han cambiado mucho y con ellas se ha avanzado enormemente en ámbitos técnicos, sociales y culturales. No podemos contentarnos con estos progresos.
Junto a ellos deben estar siempre los progresos morales, como la atención, protección y ayuda a la familia, ya que el amor generoso e indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural. Sólo donde existen el amor y la fidelidad, nace y perdura la verdadera libertad. Por eso, la Iglesia aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización; para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el Estado; para que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente. Por eso, la Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana y apoya cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar.
Al contemplar admirado este recinto santo de asombrosa belleza, con tanta historia de fe, pido a Dios que en esta tierra catalana se multipliquen y consoliden nuevos testimonios de santidad, que presten al mundo el gran servicio que la Iglesia puede y debe prestar a la humanidad: ser icono de la belleza divina, llama ardiente de caridad, cauce para que el mundo crea en Aquel que Dios ha enviado (cf. Jn 6,29).
Queridos hermanos, al dedicar este espléndido templo, suplico igualmente al Señor de nuestras vidas que de este altar, que ahora va a ser ungido con óleo santo y sobre el que se consumará el sacrificio de amor de Cristo, brote un río constante de gracia y caridad sobre esta ciudad de Barcelona y sus gentes, y sobre el mundo entero. Que esta agua fecundas llenen de fe y vitalidad apostólica a esta Iglesia archidiocesana, a sus pastores y fieles.
Desitjo, finalment, confiar a l’amorosa protecció de la Mare de Déu, Maria Santissima, Rosa d’abril, Mare de la Mercè, tots els aquí presents, i tots aquells que amb paraules i obres, silenci o pregària, han fet possible aquest Miracle arquitectònic. Que Ella presenti al seu diví Fill les joies i les penes de tots els qui vinguin en aquest lloc sagrat en el futur, perquè, com prega l’Església en la dedicació dels temples, els pobres trobin misericòrdia, els oprimits assoleixin la llibertat veritable i tots els homes es revesteixin de la dignitat dels fills de Déu. Amén.
Palabras pronunciadas en el Angelus
Hermanos y hermanas en Nuestro Señor Jesucristo:
Ayer, en Puerto Alegre, Brasil, tuvo lugar la ceremonia de beatificación de la Sierva de Dios María Bárbara de la Santísima Trinidad, fundadora de la Congregación de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María. Que la fe profunda y la ardiente caridad con que ella siguió a Cristo, susciten en muchos el deseo de entregar por completo su vida a la mayor gloria de Dios y al servicio generoso de los hermanos, especialmente de los más pobres y necesitados.
Hoy, he tenido el enorme gozo de dedicar este templo a quien siendo Hijo del Altísimo, se anonadó haciéndose hombre y, al amparo de José y María, en el silencio del hogar de Nazaret, nos ha enseñado sin palabras, la dignidad y el valor primordial del matrimonio y la familia, esperanza de la humanidad, en la que la vida encuentra acogida, desde su concepción a su declive natural. Nos ha enseñado también que toda la Iglesia, escuchando y cumpliendo su Palabra, se convierte en su Familia. Y más aún nos ha encomendado ser semilla de fraternidad que sembrada en todos los corazones aliente la esperanza.
Imbuido de la devoción a la Sagrada Familia de Nazaret, que difundió entre el pueblo catalán San José Manyanet, el genio de Antoni Gaudí, inspirado por el ardor de su fe cristiana, logró convertir este templo en una alabanza a Dios hecha en piedra. Una alabanza a Dios que, como en el nacimiento de Cristo, tuviera como protagonistas a las personas más humildes y sencillas. En efecto, Gaudí, con su obra, pretendía llevar el Evangelio a todo el pueblo. Por eso, concibió los tres pórticos del exterior del templo como una catequesis sobre Jesucristo, como un gran rosario, que es la oración de los sencillos, en el que se pueden contemplar los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos de Nuestro Señor. Pero también, y en colaboración con el párroco Gil Parés, diseñó y financió con sus propios ahorros la creación de una escuela para los hijos de los albañiles y para los niños de las familias más humildes del barrio, entonces un suburbio marginado de Barcelona. Hacía así realidad la convicción que expresaba con estas palabras: “Los pobres siempre han de encontrar acogida en el templo, que es la caridad cristiana”.
Aquest matí també ha estat per a Mi motiu de satisfacció poder declarar aquest temple com a Basílica Menor. En ell, homes i dones de tots els continents admiren la façana del Naixement. Ara, nosaltres, meditem el Misteri de l’Encarnació i adrecem la nostra pregària a la Mare de Déu amb les paraules de l’Àngel, i li confiem la nostra vida i la de tota l’Església, i li demanem, al mateix temps, el do de la pau per a tots els homes de bona voluntat.
Mensaje en su visita a Nen Déu
Siento una gran alegría al poder estar con todas las personas que formáis esta más que centenaria Obra Benéfico- Social del Nen Déu. Agradezco al Cardenal Lluís Martínez Sistach, Arzobispo de Barcelona, a la Hermana Rosario, Superiora de la Comunidad, a los niños Antonio y María del Mar, que han tomado la palabra, así como a los que tan maravillosamente han cantado, la cordial bienvenida que me han dispensado.
També estic agraït als presents, en especial als membres del Patronat de l’Obra, a la Mare General i a les Religioses Franciscanes dels Sagrats Cors, als nens, joves i adults acollits en aquesta institució, als seus pares i altres familiars, així com als professionals i voluntaris que aquí treballen benemèritament.
Voldria, també, manifestar la meva reconeixença a les Autoritats, invitant-les a maldar perquè els serveis socials arribin sempre als més desvalguts, i als qui amb el seu generós recolzament sostenen entitats assistencials d’iniciativa privada, com aquesta Escola d’Educació Especial del Nen Déu. En aquests moments, en els quals moltes llars passen serioses dificultats econòmiques, els deixebles de Crist hem de multiplicar els gestos concrets de solidaritat efectiva i constant, manifestant així que la caritat és el distintiu de la nostra condició cristiana.
Con la dedicación de la Basílica de la Sagrada Familia, se ha puesto de relieve esta mañana que el templo es signo del verdadero santuario de Dios entre los hombres. Ahora, quiero destacar cómo, con el esfuerzo de ésta y otras instituciones eclesiales análogas, a la que se sumará la nueva Residencia que habéis deseado que llevara el nombre del Papa, se pone de manifiesto que, para el cristiano, todo hombre es un verdadero santuario de Dios, que ha de ser tratado con sumo respeto y cariño, sobre todo cuando se encuentra en necesidad. La Iglesia quiere así hacer realidad las palabras del Señor en el Evangelio: «Os aseguro que cuanto hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40). En esta tierra, esas palabras de Cristo han impulsado a muchos hijos de la Iglesia a dedicar sus vidas a la enseñanza, la beneficencia o el cuidado de los enfermos y discapacitados. Inspirados en su ejemplo, os pido que sigáis socorriendo a los más pequeños y menesterosos, dándoles lo mejor de vosotros mismos.
En el cuidado de los más débiles, mucho han contribuido los formidables avances de la sanidad en los últimos decenios, que han ido acompañados por la creciente convicción de la importancia de un esmerado trato humano para el buen resultado del proceso terapéutico. Por eso, es imprescindible que los nuevos desarrollos tecnológicos en el campo médico nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y dignidad humana, de modo que quienes padecen enfermedades o minusvalías psíquicas o físicas puedan recibir siempre aquel amor y atenciones que los haga sentirse valorados como personas en sus necesidades concretas.
Queridos niños y jóvenes, me despido de vosotros dando gracias a Dios por vuestras vidas, tan preciosas a sus ojos, y asegurándoos que ocupáis un lugar muy importante en el corazón del Papa. Rezo por vosotros todos los días y os ruego que me ayudéis con vuestra oración a cumplir con fidelidad la misión que Cristo me ha encomendado. No me olvido tampoco de orar por los que están al servicio de los que sufren, trabajando incansablemente para que las personas con discapacidades puedan ocupar su justo lugar en la sociedad y no sean marginadas a causa de sus limitaciones. A este respecto, quisiera reconocer, de manera especial, el testimonio fiel de los sacerdotes y visitadores de enfermos en sus casas, en los hospitales o en otras instituciones especializadas. Ellos encarnan ese importante ministerio de consolación ante las fragilidades de nuestra condición, que la Iglesia busca desempeñar con los mismos sentimientos del Buen Samaritano (cf. Lc 10,29-37).
Por intercesión de Nuestra Señora de la Merced y de la Beata Madre Carmen del Niño Jesús, que Dios bendiga a cuantos integráis la gran familia de esta espléndida Obra, así como a vuestros seres queridos y a quienes cooperáis con esta institución u otras semejantes a ésta. Que de ello sea prenda la Bendición Apostólica, que cordialmente imparto a todos.
Mensaje de despedida de SS. Benedicto XVI en el aeropuerto internacional de Barcelona
Majestades,
Señor Cardenal Arzobispo de Barcelona,
Señor Cardenal Presidente de la Conferencia Episcopal Española,
Señores Cardenales y Hermanos en el Episcopado,
Señor Presidente del Gobierno,
Distinguidas Autoridades Nacionales, Autonómicas y Locales,
Queridos hermanos y hermanas,
Amigos todos
Muchísimas gracias. Desearía que estas breves palabras pudieran condensar los sentimientos de gratitud que albergo en mi interior al concluir mi visita a Santiago de Compostela y a Barcelona. Muchísimas gracias, Majestades, por haber querido estar aquí presentes. Agradezco las amables palabras que Vuestra Majestad ha tenido la gentileza de dirigirme y que son expresión del afecto de este noble pueblo hacia el Sucesor de Pedro. Asimismo, quiero manifestar mi cordial agradecimiento a las Autoridades que nos acompañan, a los Señores Arzobispos de Santiago de Compostela y de Barcelona, al Episcopado español y a tantas personas que, sin ahorrar sacrificios, han colaborado para que este viaje culmine felizmente. Agradezco vivamente a todos las continuas y delicadas atenciones que han tenido en estos días con el Papa, y que ponen de relieve el carácter hospitalario y acogedor de las gentes de estas tierras, tan cercanas a mi corazón.
En Compostela he querido unirme como un peregrino más a tantas personas de España, de Europa y de otros lugares del mundo, que llegan a la tumba del Apóstol para fortalecer su fe y recibir el perdón y la paz. Como Sucesor de Pedro, he venido además para confirmar a mis hermanos en la fe. Esa fe que en los albores del cristianismo llegó a estas tierras y se enraizó tan profundamente que ha ido forjando el espíritu, las costumbres, el arte y la idiosincrasia de sus gentes. Preservar y fomentar ese rico patrimonio espiritual, no sólo manifiesta el amor de un País hacia su historia y su cultura, sino que es también una vía privilegiada para transmitir a las jóvenes generaciones aquellos valores fundamentales tan necesarios para edificar un futuro de convivencia armónica y solidaria.
Los caminos que atravesaban Europa para llegar a Santiago eran muy diversos entre sí, cada uno con su lengua y sus particularidades, pero la fe era la misma. Había un lenguaje común, el Evangelio de Cristo. En cualquier lugar, el peregrino podía sentirse como en casa. Más allá de las diferencias nacionales, se sabía miembro de una gran familia, a la que pertenecían los demás peregrinos y habitantes que encontraba a su paso. Que esa fe alcance nuevo vigor en este Continente, y se convierta en fuente de inspiración, que haga crecer la solidaridad y el servicio a todos, especialmente a los grupos humanos y a las naciones más necesitadas.
A Barcelona, he tingut el gran goig de dedicar la Basílica de la Sagrada Família, que Gaudí va concebre com una lloança en pedra a Déu, i he visitat també una significativa institució eclesial de caràcter benèfico-social. Són com dos símbols en la Barcelona d’avui de la fecunditat d’aquesta mateixa fe, que va marcar també les entranyes d’aquest poble i que, a través de la caritat i de la bellesa del misteri de Déu, contribueix a crear una societat més digna de l’home. En efecte, la bellesa, la santedat i l’amor de Déu porten l’home a viure en el món amb esperança.
Regreso a Roma habiendo estado sólo en dos lugares de vuestra hermosa geografía. Sin embargo, con la oración y el pensamiento, he deseado abrazar a todos los españoles, sin excepción alguna, y a tantos otros que viven entre vosotros, sin haber nacido aquí. Llevo a todos en mi corazón y por todos rezo, en particular por los que sufren, y los pongo bajo el amparo materno de María Santísima, tan venerada e invocada en Galicia, en Cataluña y en los demás pueblos de España.
A Ella le pido también que os alcance del Altísimo copiosos dones celestiales, que os ayuden a vivir como una sola familia, guiados por la luz de la fe. Os bendigo en el nombre del Señor. Con su ayuda, nos veremos en Madrid, el año próximo, para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud. Adiós.