A partir del Vaticano II se reconsidera al laico en su justo valor, naciendo la "Teología del laicaco". Esto es muy importante porque, hasta entonces, el laico había vivido de una espiritualidad "prestada" (la de la vida consagrada) y no tenía un estatuto teológico propio. Podríamos decir que eramos, si se me permite la broma, el "batallón de los torpes" o el que estaba "al laico del cura".
En este momento, de hecho sigue desarrollándose, la Teología del laicado redescubre aspectos que habían quedado más en la sombra, y pone en valor otros que no se habían estudiado hasta el momento. Con todo, hay que evitar los dos extremos peligrosos:
-Considerar al laico alguien que vive en el mundo (con connotación negativa), que no participa de la liturgia y que tiene poco que decir en la Iglesia (visión muy jerarquizada).
-Considerar que la Iglesia es una comunidad de base, que la jerarquía es algo prescindible y que un ministro ordenado y un laico no se diferencian en nada.
Hay que considerarse en tensión entre estos dos polos, evitando quedarnos estancados en uno de ellos.
Tomemos ahora en consideración algunos aspectos de la Lumen Gentium, capítulo IV, sobre los laicos, pues el Magisterio de la Iglesia es una guía segura.
Quizás sea un poco largo, pero creo que conviene que los laicos nos formemos y tomemos conciencia de lo que somos. Es verdaderamente triste que muchos de nosotros desconozcamos los textos del Concilio.
Se puede leer en varios momentos, un punto cada vez.
Lumen Gentium
Nº 31: " Con el nombre de laicos se designan aquí todos los fieles cristianos, a
excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado
por la Iglesia." (Visión negativa, es decir, define lo que no es el laico).
"Es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el
bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la
función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el
mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde." (Visión positiva, es decir, define lo que sí es el laico)
"El carácter secular es propio y peculiar de los laicos" Aquí viene algo muy importante, lo específico de los laicos:
"A los laicos corresponde, por
propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos
temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y
cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias
de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida.
Allí están llamados por Dios, para que, desempeñando su propia profesión guiados
por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde
dentro, a modo de fermento. Y así hagan manifiesto a Cristo ante los demás,
primordialmente mediante el testimonio de su vida, por la irradiación de la fe,
la esperanza y la caridad. Por tanto, de manera singular, a ellos corresponde
iluminar y ordenar las realidades temporales a las que están estrechamente vinculados, de tal modo que sin
cesar se realicen y progresen conforme a Cristo y sean para la gloria del
Creador y del Redentor."
(Esto es reflexión mía: De modo que, la función principal del laico es testimoniar a Cristo en la realidad en la que le ha tocado vivir, sin necesidad de pertenecer a un grupo concreto, a una pastoral concreta. Es decir, la vida del laico no puede ser una división de la personalidad, por ejemplo: Yo vivo una vida normal, en mi trabajo y en mi familia soy uno más y mi misión de laico la desarrollo en la pastoral con los jóvenes que organiza la diócesis o en el grupo "x".
Todo eso está muy bien, si no se olvida que la misión del laico es testimoniar a Cristo en el mundo, en su familia, en su trabajo, con una única conciencia cristiana. Muchas veces perdemos las fuerzas en apostolados de puertas para adentro, y olvidamos la misión ad gentes, en el mundo, en aquellos que necesitan conocer a Cristo.)
Nº 32: "Por tanto, el Pueblo de Dios, por El elegido, es uno: «un Señor, una fe, un
bautismo» (Ef 4,5). Es común la dignidad de los miembros, que deriva de su
regeneración en Cristo; común la gracia de la filiación; común la llamada a la
perfección: una sola salvación, única la esperanza e indivisa la caridad. No
hay, de consiguiente, en Cristo y en la Iglesia ninguna desigualdad por razón de
la raza o de la nacionalidad, de la condición social o del sexo, porque «no hay
judío ni griego, no hay siervo o libre, no hay varón ni mujer. Pues todos
vosotros sois "uno" en Cristo Jesús» (Ga 3,28 gr.; cf. Col 3,11)"
Nº 33: " Ahora bien, el apostolado de los laicos es participación en la misma misión
salvífica de la Iglesia, apostolado al que todos están destinados por el Señor
mismo en virtud del bautismo y de la confirmación. Y los sacramentos,
especialmente la sagrada Eucaristía, comunican y alimentan aquel amor hacia
Dios y hacia los hombres que es el alma de todo apostolado. Los laicos están
especialmente llamados a hacer presente y operante a la Iglesia en aquellos
lugares y circunstancias en que sólo puede llegar a ser sal de la tierra a
través de ellos [113]. Así, todo laico,
en virtud de los dones que le han sido
otorgados, se convierte en testigo y simultáneamente en vivo instrumento de la
misión de la misma Iglesia en la medida del don de Cristo (Ef 4,7)."
" Así, pues, incumbe a todos los laicos la preclara empresa de colaborar para que
el divino designio de salvación alcance más y más a todos los hombres de todos
los tiempos y en todas las partes de la tierra. De consiguiente, ábraseles por
doquier el camino para que, conforme a sus posibilidades y según las
necesidades de los tiempos, también ellos participen celosamente en la obra
salvífica de la Iglesia."
Nº 34: Los laicos participan del Sacerdocio de Cristo:
" Dado que Cristo Jesús, supremo y eterno Sacerdote, quiere continuar su
testimonio y su servicio por medio de los laicos, los vivifica con su Espíritu y
los impulsa sin cesar a toda obra buena y perfecta.
Pues a quienes asocia íntimamente a su vida y a su misión, también les hace
partícipes de su oficio sacerdotal con el fin de que ejerzan el culto
espiritual para gloria de Dios y salvación de los hombres. Por lo cual los
laicos, en cuanto consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, son
admirablemente llamados y dotados, para que en ellos se produzcan siempre los
más ubérrimos frutos del Espíritu. Pues todas sus obras, sus oraciones e
iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el cotidiano trabajo, el
descanso de alma y de cuerpo, si son hechos en el Espíritu, e incluso las
mismas pruebas de la vida si se sobrellevan pacientemente, se convierten en
sacrificios espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo (cf. 1 P 2, 5), que
en la celebración de la Eucaristía se ofrecen piadosísimamente al Padre junto
con la oblación del cuerpo del Señor. De este modo, también los laicos, como adoradores que en todo lugar actúan santamente, consagran el mundo mismo a
Dios."
Nº 35: Y de la función profética de Cristo:
"Cristo, el gran Profeta, que proclamó el reino del Padre con el testimonio
de la vida y con el poder de la palabra, cumple su misión profética hasta la
plena manifestación de la gloria, no sólo a través de la Jerarquía, que enseña
en su nombre y con su poder, sino también por medio de los laicos, a quienes,
consiguientemente, constituye en testigos y les dota del sentido de la fe y de
la gracia de la palabra (cf. Hch 2, 17-18; Ap 19, 10) para que la virtud del
Evangelio brille en la vida diaria, familiar y social. Se manifiestan como hijos
de la promesa en la medida en que, fuertes en la fe y en la esperanza,
aprovechan el tiempo presente (Ef 5, 16; Col 4, 5) y esperan con paciencia la
gloria futura (cf. Rm 8, 25). Pero no escondan esta esperanza en el interior de
su alma, antes bien manifiéstenla, incluso a través de las estructuras de la
vida secular, en una constante renovación y en un forcejeo «con los dominadores
de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos» (Ef 6, 12)."
Nº 36: Y de la función real:
" Cristo, habiéndose hecho obediente hasta la muerte y habiendo sido por ello
exaltado por el Padre (cf. Flp 2, 8-9), entró en la gloria de su reino. A El
están sometidas todas las cosas, hasta que El se someta a Sí mismo y todo lo
creado al Padre, a fin de que Dios sea todo en todas las cosas (cf. 1 Co
15, 27-28). Este poder lo comunicó a sus discípulos, para que también ellos
queden constituidos en soberana libertad, y por su abnegación y santa vida
venzan en sí mismos el reino del pecado (cf. Rm 6, 12). Más aún, para que,
sirviendo a Cristo también en los demás, conduzcan en humildad y paciencia a
sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar. También por medio de los
fieles laicos el Señor desea dilatar su reino: «reino de verdad y de vida, reino
de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor
y de paz» [115]. Un reino en el cual
la misma creación será liberada de la servidumbre de la
corrupción para participar la libertad de la gloria de los hijos de Dios (cf. Rm 8, 21).
Grande, en verdad, es la promesa, y excelso el mandato dado a los
discípulos: «Todas las cosas son vuestras, pero vosotros sois de Cristo, y Cristo
es de Dios» (1 Co 3, 23).
Deben, por tanto, los fieles conocer la íntima naturaleza de todas las
criaturas, su valor y su ordenación a la gloria de Dios. Incluso en las
ocupaciones seculares deben ayudarse mutuamente a una vida más santa, de tal
manera que el mundo se impregne del espíritu de Cristo y alcance su fin con
mayor eficacia en la justicia, en la caridad y en la paz. En el cumplimiento de este deber universal corresponde a los
laicos el lugar más destacado"
Nº 37: "Los laicos, al igual que todos los fieles cristianos, tienen el derecho de
recibir con abundancia [117] de los sagrados Pastores
los auxilios de los bienes espirituales de la Iglesia, en particular la palabra de Dios y les
sacramentos. Y manifiéstenles sus necesidades y sus deseos con aquella libertad
y confianza que conviene a los hijos de Dios y a los hermanos en Cristo.
Conforme a la ciencia, la competencia y el prestigio que poseen, tienen la
facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca de los
asuntos concernientes al bien de la Iglesia [118].
Esto hágase, si las circunstancias lo requieren, a través de instituciones establecidas para ello
por la Iglesia, y siempre en veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y
caridad hacia aquellos que, por razón de su sagrado ministerio, personifican a
Cristo."
" Por su parte, los sagrados Pastores reconozcan y promuevan la dignidad y
responsabilidad de los laicos en la Iglesia. Recurran gustosamente a su prudente
consejo, encomiéndenles con confianza cargos en servicio de la Iglesia y denles
libertad y oportunidad para actuar; más aún, anímenles incluso a emprender obras
por propia iniciativa. Consideren atentamente ante Cristo, con paterno amor, las iniciativas,
los ruegos y los deseos provenientes de los
laicos [119]. En cuanto a la justa libertad
que a todos corresponde en la sociedad civil, los Pastores la acatarán respetuosamente."
" Son de esperar muchísimos bienes para la Iglesia de este trato familiar entre
los laicos y los Pastores; así se robustece en los seglares el sentido de la
propia responsabilidad, se fomenta su entusiasmo y se asocian más fácilmente
las fuerzas de los laicos al trabajo de los Pastores. Estos, a su vez, ayudados
por la experiencia de los seglares, están en condiciones de juzgar con más
precisión y objetividad tanto los asuntos espirituales como los temporales, de
forma que la Iglesia entera, robustecida por todos sus miembros, cumpla con
mayor eficacia su misión en favor de la vida del mundo."
Nº 38: Conclusión:
" Cada laico debe ser ante el mundo un testigo de la resurrección y
de la vida del Señor Jesús y una señal del Dios vivo. Todos juntos y cada uno de
por sí deben alimentar al mundo con frutos espirituales (cf. Ga 5, 22) y
difundir en él el espíritu de que están animados aquellos pobres, mansos y
pacíficos, a quienes el Señor en el Evangelio proclamó bienaventurados (cf. Mt
5, 3-9). En una palabra, «lo que el alma es en el cuerpo, esto han de ser los
cristianos en el mundo» [120]."
Como hemos visto, el laico queda constituido en cuanto:
-Bautizado-Confirmado
-Hijo de Dios
-Miembro de Cristo
-Templo del Espíritu Santo
En cuanto bautizado, comienza a participar del sacerdocio existencial de Cristo, a través de la entrega de su propia vida. Consagra a Dios toda su realidad.
Es miembro de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. Encargado de extender el Reino de Dios en el mundo desde su única conciencia cristiana. Todo esto lo hace en el mundo, por eso lo específico del laico es su carácter secular, pues en él está llamado a la santidad.
Saludos, Andy. ¿Cómo sigue Bely? tengo impresa su foto para no olvidarme de encomendarla cada día.
ResponderEliminarDios sabe más. Confiemos en sus propósitos.
AleMamá, muchas gracis por tu interés por mi sobrina.
EliminarPues ultimamente está muy alegre. La próxima resonancia la tiene a primeros de mayo. Por lo demás, todo igual.
Un abrazo.
Gracias Andy,menuda catequesis que nos has dado.
ResponderEliminarMe alegro mucho por la alegría de Bely :D
Un cariñoso saludo y mi humilde oración por ella.
Gracias siempre a ti Belen. Un abrazo enorme.
EliminarPrecioso Andy, gracias de todo corazón. Espero que Bely esté bien. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
ResponderEliminarhttp://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
Muchísimas gracias Pepe, me alegro que te guste. Un fuerte abrazo.
EliminarYo no tengo mucha cultura religiosa, Andy. Para mí todo es un poco simple. Antes la Iglesia era, sobre todo, un asunto de los curas, los obispos y el Papa. Ahora es un tema de todos: el cura dirá la Misa, confesará, predicará, pero hay 100 cosas de la vida de la parroquia que pueden y deben hacer los laicos. ¿El cura es más importante, más imprescindible, que la chica joven que dirige la catequesis o la señora mayor que dirige el ropero de los pobres? En materia de sacramentos sí, claro, pero en otras materias no.
ResponderEliminarEs una forma simple de ver las cosas, poco leída, no sé decirlo mejor.
Suerte mañana, rezaré por vosotros.
Fernando, yo no lo hubiera dicho mejor...
EliminarUn abrazo.
PD: Ya has visto lo desastrosa que es mi tierra...
Jo Andy...te lo has currado eh?.....es para sacarlo...y detenidamente leerlo despacito y rumiarlo bien.....hay tanta ignorancia......me ha encantado. Gracias Andy
ResponderEliminarGosspi, muchas gracias. Creo que es vital para nosotros, los laicos, que sepamos quienes somos y cuál es nuestro lugar en la Iglesia.
EliminarMuchísimas gracias por tus amables palabras.
Genial¡¡¡
ResponderEliminarMe recuerda mis "obligaciones" como laica pero también la enorme dignidad por ser Hija de Dios templo del Espíritu Santo y miembro de Cristo
Me encanta¡