viernes, 23 de marzo de 2012

Reflexión sobre los laicos, Lumen Gentium


 


A partir del Vaticano II se reconsidera al laico en su justo valor, naciendo la "Teología del laicaco". Esto es muy importante porque, hasta entonces, el laico había vivido de una espiritualidad "prestada" (la de la vida consagrada) y no tenía un estatuto teológico propio. Podríamos decir que eramos, si se me permite la broma, el "batallón de los torpes" o el que estaba "al laico del cura".

En este momento, de hecho sigue desarrollándose, la Teología del laicado redescubre aspectos que habían quedado más en la sombra, y pone en valor otros que no se habían estudiado hasta el momento. Con todo, hay que evitar los dos extremos peligrosos:

-Considerar al laico alguien que vive en el mundo (con connotación negativa), que no participa de la liturgia y que tiene poco que decir en la Iglesia (visión muy jerarquizada).

-Considerar que la Iglesia es una comunidad de base, que la jerarquía es algo prescindible y que un ministro ordenado y un laico no se diferencian en nada.

Hay que considerarse en tensión entre estos dos polos, evitando quedarnos estancados en uno de ellos.

Tomemos ahora en consideración algunos aspectos de la Lumen Gentium, capítulo IV, sobre los laicos, pues el Magisterio de la Iglesia es una guía segura.

Quizás sea un poco largo, pero creo que conviene que los laicos nos formemos y tomemos conciencia de lo que somos. Es verdaderamente triste que muchos de nosotros desconozcamos los textos del Concilio.

Se puede leer en varios momentos, un punto cada vez.




Lumen Gentium








Nº 31: " Con el nombre de laicos se designan aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por la Iglesia." (Visión negativa, es decir, define lo que no es el laico).

"Es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde." (Visión positiva, es decir, define lo que sí es el laico)

"El carácter secular es propio y peculiar de los laicos" Aquí viene algo muy importante, lo específico de los laicos: 

 "A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios, para que, desempeñando su propia profesión guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento. Y así hagan manifiesto a Cristo ante los demás, primordialmente mediante el testimonio de su vida, por la irradiación de la fe, la esperanza y la caridad. Por tanto, de manera singular, a ellos corresponde iluminar y ordenar las realidades temporales a las que están estrechamente vinculados, de tal modo que sin cesar se realicen y progresen conforme a Cristo y sean para la gloria del Creador y del Redentor."

(Esto es reflexión mía: De modo que, la función principal del laico es testimoniar a Cristo en la realidad en la que le ha tocado vivir, sin necesidad de pertenecer a un grupo concreto, a una pastoral concreta. Es decir, la vida del laico no puede ser una división de la personalidad, por ejemplo: Yo vivo una vida normal, en mi trabajo y en mi familia soy uno más y mi misión de laico la desarrollo en la pastoral con los jóvenes que organiza la diócesis o en el grupo "x". 

Todo eso está muy bien, si no se olvida que la misión del laico es testimoniar a Cristo en el mundo, en su familia, en su trabajo, con una única conciencia cristiana. Muchas veces perdemos las fuerzas en apostolados de puertas para adentro, y olvidamos la misión ad gentes, en el mundo, en aquellos que necesitan conocer a Cristo.)

Nº 32: "Por tanto, el Pueblo de Dios, por El elegido, es uno: «un Señor, una fe, un bautismo» (Ef 4,5). Es común la dignidad de los miembros, que deriva de su regeneración en Cristo; común la gracia de la filiación; común la llamada a la perfección: una sola salvación, única la esperanza e indivisa la caridad. No hay, de consiguiente, en Cristo y en la Iglesia ninguna desigualdad por razón de la raza o de la nacionalidad, de la condición social o del sexo, porque «no hay judío ni griego, no hay siervo o libre, no hay varón ni mujer. Pues todos vosotros sois "uno" en Cristo Jesús» (Ga 3,28 gr.; cf. Col 3,11)"

Nº 33: " Ahora bien, el apostolado de los laicos es participación en la misma misión salvífica de la Iglesia, apostolado al que todos están destinados por el Señor mismo en virtud del bautismo y de la confirmación. Y los sacramentos, especialmente la sagrada Eucaristía, comunican y alimentan aquel amor hacia Dios y hacia los hombres que es el alma de todo apostolado. Los laicos están especialmente llamados a hacer presente y operante a la Iglesia en aquellos lugares y circunstancias en que sólo puede llegar a ser sal de la tierra a través de ellos [113]. Así, todo laico, en virtud de los dones que le han sido otorgados, se convierte en testigo y simultáneamente en vivo instrumento de la misión de la misma Iglesia en la medida del don de Cristo (Ef 4,7)."

" Así, pues, incumbe a todos los laicos la preclara empresa de colaborar para que el divino designio de salvación alcance más y más a todos los hombres de todos los tiempos y en todas las partes de la tierra. De consiguiente, ábraseles por doquier el camino para que, conforme a sus posibilidades y según las necesidades de los tiempos, también ellos participen celosamente en la obra salvífica de la Iglesia."

Nº 34:  Los laicos participan del Sacerdocio de Cristo:

 " Dado que Cristo Jesús, supremo y eterno Sacerdote, quiere continuar su testimonio y su servicio por medio de los laicos, los vivifica con su Espíritu y los impulsa sin cesar a toda obra buena y perfecta.

Pues a quienes asocia íntimamente a su vida y a su misión, también les hace partícipes de su oficio sacerdotal con el fin de que ejerzan el culto espiritual para gloria de Dios y salvación de los hombres. Por lo cual los laicos, en cuanto consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, son admirablemente llamados y dotados, para que en ellos se produzcan siempre los más ubérrimos frutos del Espíritu. Pues todas sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el cotidiano trabajo, el descanso de alma y de cuerpo, si son hechos en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida si se sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo (cf. 1 P 2, 5), que en la celebración de la Eucaristía se ofrecen piadosísimamente al Padre junto con la oblación del cuerpo del Señor. De este modo, también los laicos, como adoradores que en todo lugar actúan santamente, consagran el mundo mismo a Dios."

 Nº 35: Y de la función profética de Cristo:

 "Cristo, el gran Profeta, que proclamó el reino del Padre con el testimonio de la vida y con el poder de la palabra, cumple su misión profética hasta la plena manifestación de la gloria, no sólo a través de la Jerarquía, que enseña en su nombre y con su poder, sino también por medio de los laicos, a quienes, consiguientemente, constituye en testigos y les dota del sentido de la fe y de la gracia de la palabra (cf. Hch 2, 17-18; Ap 19, 10) para que la virtud del Evangelio brille en la vida diaria, familiar y social. Se manifiestan como hijos de la promesa en la medida en que, fuertes en la fe y en la esperanza, aprovechan el tiempo presente (Ef 5, 16; Col 4, 5) y esperan con paciencia la gloria futura (cf. Rm 8, 25). Pero no escondan esta esperanza en el interior de su alma, antes bien manifiéstenla, incluso a través de las estructuras de la vida secular, en una constante renovación y en un forcejeo «con los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos» (Ef 6, 12)."

Nº 36: Y de la función real:

" Cristo, habiéndose hecho obediente hasta la muerte y habiendo sido por ello exaltado por el Padre (cf. Flp 2, 8-9), entró en la gloria de su reino. A El están sometidas todas las cosas, hasta que El se someta a Sí mismo y todo lo creado al Padre, a fin de que Dios sea todo en todas las cosas (cf. 1 Co 15, 27-28). Este poder lo comunicó a sus discípulos, para que también ellos queden constituidos en soberana libertad, y por su abnegación y santa vida venzan en sí mismos el reino del pecado (cf. Rm 6, 12). Más aún, para que, sirviendo a Cristo también en los demás, conduzcan en humildad y paciencia a sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar. También por medio de los fieles laicos el Señor desea dilatar su reino: «reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz» [115]. Un reino en el cual la misma creación será liberada de la servidumbre de la corrupción para participar la libertad de la gloria de los hijos de Dios (cf. Rm 8, 21). Grande, en verdad, es la promesa, y excelso el mandato dado a los discípulos: «Todas las cosas son vuestras, pero vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios» (1 Co 3, 23). 

Deben, por tanto, los fieles conocer la íntima naturaleza de todas las criaturas, su valor y su ordenación a la gloria de Dios. Incluso en las ocupaciones seculares deben ayudarse mutuamente a una vida más santa, de tal manera que el mundo se impregne del espíritu de Cristo y alcance su fin con mayor eficacia en la justicia, en la caridad y en la paz. En el cumplimiento de este deber universal corresponde a los laicos el lugar más destacado"

Nº 37: "Los laicos, al igual que todos los fieles cristianos, tienen el derecho de recibir con abundancia [117] de los sagrados Pastores los auxilios de los bienes espirituales de la Iglesia, en particular la palabra de Dios y les sacramentos. Y manifiéstenles sus necesidades y sus deseos con aquella libertad y confianza que conviene a los hijos de Dios y a los hermanos en Cristo. Conforme a la ciencia, la competencia y el prestigio que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia [118]. Esto hágase, si las circunstancias lo requieren, a través de instituciones establecidas para ello por la Iglesia, y siempre en veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y caridad hacia aquellos que, por razón de su sagrado ministerio, personifican a Cristo."

" Por su parte, los sagrados Pastores reconozcan y promuevan la dignidad y responsabilidad de los laicos en la Iglesia. Recurran gustosamente a su prudente consejo, encomiéndenles con confianza cargos en servicio de la Iglesia y denles libertad y oportunidad para actuar; más aún, anímenles incluso a emprender obras por propia iniciativa. Consideren atentamente ante Cristo, con paterno amor, las iniciativas, los ruegos y los deseos provenientes de los laicos [119]. En cuanto a la justa libertad que a todos corresponde en la sociedad civil, los Pastores la acatarán respetuosamente."

" Son de esperar muchísimos bienes para la Iglesia de este trato familiar entre los laicos y los Pastores; así se robustece en los seglares el sentido de la propia responsabilidad, se fomenta su entusiasmo y se asocian más fácilmente las fuerzas de los laicos al trabajo de los Pastores. Estos, a su vez, ayudados por la experiencia de los seglares, están en condiciones de juzgar con más precisión y objetividad tanto los asuntos espirituales como los temporales, de forma que la Iglesia entera, robustecida por todos sus miembros, cumpla con mayor eficacia su misión en favor de la vida del mundo."

Nº 38: Conclusión:

" Cada laico debe ser ante el mundo un testigo de la resurrección y de la vida del Señor Jesús y una señal del Dios vivo. Todos juntos y cada uno de por sí deben alimentar al mundo con frutos espirituales (cf. Ga 5, 22) y difundir en él el espíritu de que están animados aquellos pobres, mansos y pacíficos, a quienes el Señor en el Evangelio proclamó bienaventurados (cf. Mt 5, 3-9). En una palabra, «lo que el alma es en el cuerpo, esto han de ser los cristianos en el mundo» [120]."






 

Como hemos visto, el laico queda constituido en cuanto:

-Bautizado-Confirmado
-Hijo de Dios
-Miembro de Cristo
-Templo del Espíritu Santo

En cuanto bautizado, comienza a participar del sacerdocio existencial de Cristo, a través de la entrega de su propia vida. Consagra a Dios toda su realidad.

Es miembro de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. Encargado de extender el Reino de Dios en el mundo desde su única conciencia cristiana. Todo esto lo hace en el mundo, por eso lo específico del laico es su carácter secular, pues en él está llamado a la santidad.


11 comentarios:

  1. Saludos, Andy. ¿Cómo sigue Bely? tengo impresa su foto para no olvidarme de encomendarla cada día.

    Dios sabe más. Confiemos en sus propósitos.

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    1. AleMamá, muchas gracis por tu interés por mi sobrina.

      Pues ultimamente está muy alegre. La próxima resonancia la tiene a primeros de mayo. Por lo demás, todo igual.

      Un abrazo.

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  2. Gracias Andy,menuda catequesis que nos has dado.

    Me alegro mucho por la alegría de Bely :D

    Un cariñoso saludo y mi humilde oración por ella.

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  3. Precioso Andy, gracias de todo corazón. Espero que Bely esté bien. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
    http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

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    1. Muchísimas gracias Pepe, me alegro que te guste. Un fuerte abrazo.

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  4. Yo no tengo mucha cultura religiosa, Andy. Para mí todo es un poco simple. Antes la Iglesia era, sobre todo, un asunto de los curas, los obispos y el Papa. Ahora es un tema de todos: el cura dirá la Misa, confesará, predicará, pero hay 100 cosas de la vida de la parroquia que pueden y deben hacer los laicos. ¿El cura es más importante, más imprescindible, que la chica joven que dirige la catequesis o la señora mayor que dirige el ropero de los pobres? En materia de sacramentos sí, claro, pero en otras materias no.

    Es una forma simple de ver las cosas, poco leída, no sé decirlo mejor.

    Suerte mañana, rezaré por vosotros.

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    1. Fernando, yo no lo hubiera dicho mejor...

      Un abrazo.

      PD: Ya has visto lo desastrosa que es mi tierra...

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  5. Jo Andy...te lo has currado eh?.....es para sacarlo...y detenidamente leerlo despacito y rumiarlo bien.....hay tanta ignorancia......me ha encantado. Gracias Andy

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    1. Gosspi, muchas gracias. Creo que es vital para nosotros, los laicos, que sepamos quienes somos y cuál es nuestro lugar en la Iglesia.

      Muchísimas gracias por tus amables palabras.

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  6. Genial¡¡¡
    Me recuerda mis "obligaciones" como laica pero también la enorme dignidad por ser Hija de Dios templo del Espíritu Santo y miembro de Cristo
    Me encanta¡

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