El cardenal de Barcelona lidera una iniciativa evangelizadora que durará
toda la Cuaresma. "Quizá, dice, hemos hablado mucho de la Iglesia,
ahora queremos hablar de Jesús". Por mi parte, pienso que el mayor
problema que tiene el hombre de hoy, con relación a la fe, consiste en
saber si se puede ser una persona del siglo XXI, sumergida en la cultura
científica, y creer en la existencia de Dios. ¡Dios es el gran reto que
tenemos los creyentes actuales!
A veces no caemos en la cuenta de que, en nuestras homilías y en nuestros escritos, centramos nuestro esfuerzo en decir a los fieles lo que tienen que hacer o dejar de hacer; y apenas si nos ocupamos en hablar de Dios, que debe ser el centro de toda tarea evangelizadora y homilética. Nuestra predicación, nuestras catequesis y nuestros diálogos rezuman de moralismo, y no advertimos que el pueblo necesita que le hablen más de Dios, con la autoridad del testigo; que le ayuden a descubrir el rostro de Dios y que le den criterios para dicernir su voz y su llamada.
Porque sólo Dios es la plenitud del hombre: la fuerza fecunda que le ayuda a descubrir y a desarrollar sus mejores energías. O como dice el Evangelio, a poner en circulación sus talentos y sus posibilidades. Porque la persona educada en el moralismo, ve la fe como una carga que hay que llevar, pero no descubre su alegría, nos advierte que es un auténtico tesoro, ni disfruta de la paz, del amor y de la bondad que el Espíritu Santo derrama en el corazón de toda persona creyente. Pues Dios es la plenitud del hombre y el camino hacia su realización más profunda.
Por eso me ha parecido que el cardenal Sistach ha sabido centrar la tarea evangelizadora, al decir que hablemos más de Jesús. Porque Jesús de Nazaret es el mejor camino hacia Dios, la puerta de la experincia más honda del amor y de la misericordia divinas. Que no en vano nos dejó dicho que quien le ha visto a Él, ha visto al Padre. Y en eso consiste el Evangelio: en saber que Dios sí existe y nos ama, que se ha hecho compañero de camino en la persona de Jesús y que por la fe en Jesucristo nos ayuda a alcanzar las cumbres de humanidad más sublimes. Es lo que nos enseñan, con su vida y con su palabra, los Santos.
Buenas tardes Andy. Creo entenderte que en humana teología lo fundamental sigue siendo Jesús, es decir, el Hombre.Un abrazo.
ResponderEliminarBuenas tardes NIP. Has entendido magníficamente.
ResponderEliminarSupongo que es ese encuentro con Cristo lo que lleva a la conversión de verdad. Lo otro (normas, principios...) ayuda, acercan al Señor, pero no convierten del todo al corazón hasta que no se produce ese encuentro.
ResponderEliminarOjalá esta iniciativa remueva Barcelona
Miriam, las normas, los imperativos morales ciertamente exigentes, parten siempre de un indicativo previo, el encuentro con el Dios-Amor que se revela en Jesús.
EliminarSin este encuentro previo cualquier norma se convierte en puro ritualismo externo que no dice nada.
Muchísimas gracias por todos tus comentarios, ¡si que te has puesto al día! Eres muy amable conmigo, de verdad. Gracias.
Pues sí, Jesús es el camino y sigue siendo el más facil de entender y seguir pese a que nosotros siempre tendemos ha complicarlo y entenderlo al revés.
ResponderEliminarUn abrazo Andy.
Mento, Jesús es el Camino. Todo lo demás es complicación y extravío.
EliminarMuchas gracias.
Andy,menudo debate en los comentarios anteriores,estoy con la boca abierta todavía :D
ResponderEliminarNo me extrañan tus sobresalientes,aunque yo te daría matrícula de honor :D
Jesús es Palabra y Vida.
Un cariñoso saludo y mi humilde oración.
Belen, hago lo que puedo, y lo que puedo lo hago torpemente.
EliminarMuchísimas gracias por tus amables palabras, eres un sol.
Así es, Andy. Muchas veces, o casi siempre, los curas y los laicos olvidamos algo importante: que Jesús, además de verdadero Dios, es verdadero hombre, que vivió entre nosotros, que fue real, que sigue existiendo. Eso se ve muy bien cuando un ateo dice que no cree en la Iglesia ni en Dios, pero que le gusta leer el Evangelio porque la fascina Jesús como hombre.
ResponderEliminarFernando, exactamente. La primera herejía cristológica ¿sabes qué negaba? La verdadera humanidad de Jesús. Se decía que ésta era sólo apariencia (Docetismo). Asombra ver que la primera herejía no negaba su divinidad, sino su humanidad...
EliminarHoy en día sigue este pensamiento muy presente en el subconsciente de muchos creyentes. Parece que Jesús es ,ante todo, Dios disfrazado de carne y que, por tanto, sus facetas verdaderamente humanas quedan ensombrecidas.