Os traigo un extracto que he tomado de Religión Digital en el cual se hacen eco de la conferencia de Monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, en el aula "Pérez del Pulgar" (Universidad Pontificia de Comillas).
Este hombre es un "coquito", no en vano el Santo Padre le ha encomendado la presidencia del recién creado consejo que, sin duda alguna, necesita una gran figura que lo dirija. En fin, es una pena no haber podido asistir en persona a dicha conferencia. Os dejo ya el extracto:
"El arzobispo Fisichella, que fue capellán del Parlamento italiano
durante 17 años, comenzó precisando el nombre de su propio consejo
pontificio, que, a su juicio, no debería llamarse de la nueva
evangelización, sino de la "evangelización nueva". Porque
evangelizar es "anunciar un mensaje con alegría", dado que "no es sólo
el testimonio de un hecho histórico, sino también una fuerza creadora".
De ahí la recuperación del mismo término evangelización
(antaño tachado de connotaciones protestantes). De hecho, en el Vaticano
I sólo aparece una vez la palabra Evangelio. En cambio, en el Vaticano
II, Evangelio se cita 157 veces, evangelizar, 18, y evangelización, 31.
Según Fisichella, la evangelización "es el primer deber del
cristiano". Un deber al que no se puede renunciar "sin traicionar el
bautismo". Y teniendo siempre en cuenta que "la eficacia de la
evangelización no se agota en la predicación, sino en el testimonio: creer no es adhesión a una teoría, sino compromiso de vida y entrega personales".
"Llamados a dar razón de la fe"
Una vez sentado este principio, Fisichella abordó el segundo: "Los creyentes son llamados a dar razón de su fe", porque "la apología no es extraña a creer, pertenece al acto por el que se entra en la lógica de la fe".Una lógica que, en las últimas décadas, "no parece haber apasionado
mucho a los creyentes", que escaparon de la repetición de meras formulas
de fe, a veces esclerotizadas, para caer en la extravagancia de las
innovaciones al intentar atraer al hombre contemporáneo. El punto medio
evangelizador actual sería "permanecer fieles a los fundamentos y construir algo coherente que pueda ser comprendido por el hombre de hoy".
Es decir, una nueva apologética que, en la nueva evangelización, tiene que basarse en "la dulzura, el respeto y la recta conciencia", sin "recurrir a la arrogancia, al orgullo o a la superioridad respecto a otras doctrinas".
Una dulzura que, para Fisichella, es "sinónimo de mansedumbre" y de
su correspondiente bienaventuranza. Un respeto entendido como "la
capacidad de entender al interlocutor" y el sentido de la
responsabilidad para "no atenuar la radicalidad del Evangelio ni limitar
instrumentalmente sus contenidos". Y, por último, la recta conciencia o
la coherencia vital o "una conducta vital irreprochable y creíble".
Ésta es la apologética de la nueva evangelización. "Una apologética
positiva" o "presentación del acontecimiento cristiano como anuncio de
una novedad esperada" y sin repetir los errores del pasado. Por ejemplo,
sin caer en la trampa de reducirlo todo a "demostraciones", a la simple ratio sin fides. De hecho, "el objetivo de la nueva apologética no es demostrar la
existencia de Dios y la veracidad de la redención, sino de demostrar que
sin su presencia y cercanía el hombre se transforma en un extraño para
sí mismo y pierde incluso la alegría de vivir".
Fuente: RD
En fin, no se qué pensarán , pero a mí me ha parecido muy interesante y quería compartirlo con ustedes.
Tratando de evangelizar estamos por acá también.
ResponderEliminarSaludos, Andy
Es un dicasterio importante. Necesario en la actualidad que nos ha tocado vivir. ¡Quien diría que Europa necesitaría ser evangelizada! Con nuestros blogs aportamos nuestro granito de arena.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Gracias por compartir este tesoro. ABRAZOS.
ResponderEliminarPor favor, Andy, tuteémonos, después de tanto tiempo.
ResponderEliminarEl discurso trata de un tema doloroso. Uno vive plácidamente su pequeña vida espiritual, su Misa, su rosario, sus pequeñas limosnas, no quiere ni molestar ni que le molesten. La idea de tener que hablar a los demás de Dios produce un pánico similar a tener que hablarles de una enfermedad vergonzante. Sólo la gracia de Dios nos permite salir de ese círculo cerrado.
Sugerente lo del capellán del Parlamento: Italia es diferente en todo.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
ResponderEliminarFernando, por supuesto a ti y a muchos os tuteo porque os considero ya amigos. Sin embargo, cuando escribo un post general suelo tratar de usted en consideración a aquellos con los que no tengo confianza o aquellos que leen pero no comentan. Es cierto que quizás debería tutear en general y tratar de usted en los comentarios particulares, según el caso.
Con respecto a lo que comentas, efectivamente da como verguenza. Es cierto que no debemos ir a darle a nadie con la cruz en la cara, o como van los miembros de diversas sectas.
Nuestra evangelización debe ser siempre testimonial, con nuestro ejemplo. A partir de aquí y, con toda naturalidad, debemos ir llevando a nuestro prójimo hasta Dios.
Gracias a todos.
¿Evangelización mediante respeto, dulzura y recta conciencia?. Bobadas. En lo único en lo que estoy de acuerdo es en lo último.
ResponderEliminarUn buen potro de tortura, eso sí que era efectivo para evangelizar a esas ovejas descarriadas.
Enhorabuena por el blog y un abrazo.
Pepe, espero que lo del potro lo diga usted de broma.
ResponderEliminarGracias.
Bromeadaba con lo del potro, pero solo a medias, me explico:
ResponderEliminarHoy a los desviados se les permite mancillar el sagrado sacramento del matrimonio con sus bodas teatrales. Hoy a las mujeres con el alma totalmente corrupta se les permite, con ayuda de médicos con el alma aún más corrupta, asesinar en masa a niños indefensos -lo llaman eufemisticamente aborto-. Hoy a los niños se les condena a no recibir la enseñanza de nuestro Señor en la escuela, etc...
Estoy seguro de que recibirán el castigo que les corresponde, Dios es misericordioso pero solo con aquellos que se arrepienten. Pero deberían sufrir antes aquí, en este mundo, con sus cuerpos mortales.
Gracias a ti.