Foto: Momia egipcia. Museo Vaticano
Os voy a contar algunos detalles curiosos, tal y como me pedía Fernando, a modo de breves notas (porque esta tarde tengo examen oral de Misterio de Dios, el segundo parcial... de modo que os pido oraciones, jeje).
1- Al llegar a Roma pe pilló un chaparrón considerable... con todo, el resto de días disfruté de un sol maravilloso.
2-Nunca me han dolido tanto los pies en mi vida... claro que nunca había andado tantísimo en tan pocos días.
3-En Roma el "prosciutto", el jamón cocido, es carísimo, con deciros que 5 ó 6 lonchas os salen casi a 5 euros... y eso en todas las tiendas, en las de barrio incluso.
Yo llegué a la conclusión de que podría cambiar mis euros por jamón cocido y pagar con él, porque tal y como se cotiza allí la loncha... ¿es que no hay cerdos en Italia?
4- Los italianos por lo general son muy amables, muy abiertos, tienen un carácter muy parecido al nuestro (español). Con todo, y como ocurre siempre, te puedes encontrar a algún "malasombra".
Ahora se me viene a la cabeza una mujer bajita, del Museo Capitolino, que cansada de tanto turista y excursión de colegio, iba pidiendo silencio a gritos en un auténtico alarde de histrionismo italiano. Movía los brazos y las piernas cual Gallina Caponata.
5-Los italianos tienen, en algunos de sus monumentos, una curiosa forma de indicar su horario de cierre. Esto lo digo principalmente por el Palatino y el Foro Romano, en los cuales te indican que el cierre es "al atardecer". Convendrán ustedes conmigo en lo subjetivo de la expresión, lo cual puede llevar a muchos equívocos. ¿En que momento preciso comienza el atardecer? ¿Coincide tu opinión con la mía? ¿y con la de aquellos alemanes? ¿y con los controladores del Foro?
Pues con esas, unos te pueden decir que ya está cerrado y otros que no... en fin, cosas de la bella Italia. De modo que tuve que ver el Palatino a toda prisa, mientras un hombre mayor y barbudo nos seguía a todos diciendo "closing time!".
Le pudimos dar esquinazo.
6- Vi tantas maravillas, tantas basílicas, iglesias, reliquias, monumentos, fontanas, plazas... que todavía estoy procesando todo lo que he visto y vivido.
7- Los caradura no conocen límite. Incluso en la mismísima cola para visitar la Basílica de San Pedro (no hace falta que os diga que casi siempre hay una cola considerable), hay gente que descaradamente se cuela y, aunque le llames la atención, persisten inamovibles en su sinvergonzonerío.
Por suerte, una familia portuguesa, mi compañero y un servidor hicimos frente común para evitar estas cosas.
8- Mi residencia romana era muy bonita, estaba bien situada, el dueño era muy amable y solícito... pero como todo existen cosas regulares. ¿Cuáles?
8.1.- El desayuno. El desayuno, que estaba incluido en el precio, consistía en un bollo industrial y un café en el "Piccolo bar", justo en frente del hostal. El bar era realmente piccolo, regentado por unos chinos.
8.2.- El suelo de la habitación era de madera. Muy bien, muy bonito... salvo porque necesitaba un arreglito. Cada vez que me levantaba para hacer algo crujían las tablas como si el mismísimo Juicio Final de Miguel Angel hubiera llegado.
9- El día de la beatificación fue maravilloso-horrible. Entiéndase bien esto. Maravilloso por ver elevado a los altares a mi querido Juan Pablo II, y porque fue todo un acontecimiento eclesial en el cual me sentí parte de una Iglesia verdaderamente Católica, una gran familia.
Horrible porque había tantíííísima gente que no se podía ni respirar, y yo soy poco amigo de meterme dentro de las mareas humanas. Cada 2x3 pasaban polacos (¡cuántos había!) como un tal Sebastian (grande como un armario colonial de roble) que pretendía meterse a empujones por un sitio en el que humanamente no se podía pasar, por no caber ni un alfiler.
Otros, cruz en mano, pretendían meter a última hora a 45 personas (¡nada más!) por otro acceso humanamente imposible que, para variar, pasaba por pisotear a mi compañero y a mí. Por suerte, una mujer mayor, bajita y graciosa (a la que apodamos la kung-fu), se puso en plan dura a dar órdenes a diestro y siniestro, y fraternales codazos cuando fueron menester para mantener la integridad física intacta ante tanto embite polaco-italiano-germánico.
La situación se volvió tan humanamente insoportable que un grupo de jóvenes italianos, viendo toda la avalanca que se avecinaba, en vez de decir "non abbiate paura" (célebres palabras de Juan Pablo II, cuya traducción es "no tengáis miedo") decían "abbiate paura" (tened miedo).
Finalmente, y contra mi gusto, tuvimos que marcharnos, porque estábamos realmente incómodos y no conseguíamos ya ver ni oír casi nada.. Ese mismo día fui a Santa María la Mayor (que me pillaba cerca de casa) y me confesé con un dominico y asistí a misa con el cardenal titular.
Allí si pude disfrutar de la eucaristía, de la comunión y de la fraternidad sin agobios y pisotones.
10- Por último, la vuelta a España. Todo transcurrió con normalidad, salvo que esta vez la presión del avión me dió fuerte en un oído (se ve que tendría algo de mucosidad) y aún lo tengo algo "tocadillo".
Como curiosidad, en el avión de vuelta coincidí ni más ni menos que con el obispo de mi ciudad... y con un paparazzi de la prensa del corazón.
PD: Ya pondré más fotos en otros post.
PD2: Villa Borguese es maravillosa... son unos complejos de jardínes con un montón de actividades y cosas para hacer. Nosotros alquilamos un "coche" compuesto por dos bicicletas para recorrerlo.
Este "coche-bicicleta" estaba en dos modalidades: Con pedalada asistida y sin pedalada asistida. Nosotros lo cogimos sin pedalada asistida. Cuesta abajo y en lo llano todo muy bien... pero cuesta arriba ¡un infierno!, ¡nos costaba la vida! Con deciros que del esfuerzo hasta se me rasgó el pantalón vaquero... jajaja. (Por suerte un agujero pequeño e imperceptible)
1- Al llegar a Roma pe pilló un chaparrón considerable... con todo, el resto de días disfruté de un sol maravilloso.
2-Nunca me han dolido tanto los pies en mi vida... claro que nunca había andado tantísimo en tan pocos días.
3-En Roma el "prosciutto", el jamón cocido, es carísimo, con deciros que 5 ó 6 lonchas os salen casi a 5 euros... y eso en todas las tiendas, en las de barrio incluso.
Yo llegué a la conclusión de que podría cambiar mis euros por jamón cocido y pagar con él, porque tal y como se cotiza allí la loncha... ¿es que no hay cerdos en Italia?
Foto: Museo Vaticano
4- Los italianos por lo general son muy amables, muy abiertos, tienen un carácter muy parecido al nuestro (español). Con todo, y como ocurre siempre, te puedes encontrar a algún "malasombra".
Ahora se me viene a la cabeza una mujer bajita, del Museo Capitolino, que cansada de tanto turista y excursión de colegio, iba pidiendo silencio a gritos en un auténtico alarde de histrionismo italiano. Movía los brazos y las piernas cual Gallina Caponata.
5-Los italianos tienen, en algunos de sus monumentos, una curiosa forma de indicar su horario de cierre. Esto lo digo principalmente por el Palatino y el Foro Romano, en los cuales te indican que el cierre es "al atardecer". Convendrán ustedes conmigo en lo subjetivo de la expresión, lo cual puede llevar a muchos equívocos. ¿En que momento preciso comienza el atardecer? ¿Coincide tu opinión con la mía? ¿y con la de aquellos alemanes? ¿y con los controladores del Foro?
Pues con esas, unos te pueden decir que ya está cerrado y otros que no... en fin, cosas de la bella Italia. De modo que tuve que ver el Palatino a toda prisa, mientras un hombre mayor y barbudo nos seguía a todos diciendo "closing time!".
Le pudimos dar esquinazo.
6- Vi tantas maravillas, tantas basílicas, iglesias, reliquias, monumentos, fontanas, plazas... que todavía estoy procesando todo lo que he visto y vivido.
7- Los caradura no conocen límite. Incluso en la mismísima cola para visitar la Basílica de San Pedro (no hace falta que os diga que casi siempre hay una cola considerable), hay gente que descaradamente se cuela y, aunque le llames la atención, persisten inamovibles en su sinvergonzonerío.
Por suerte, una familia portuguesa, mi compañero y un servidor hicimos frente común para evitar estas cosas.
8- Mi residencia romana era muy bonita, estaba bien situada, el dueño era muy amable y solícito... pero como todo existen cosas regulares. ¿Cuáles?
8.1.- El desayuno. El desayuno, que estaba incluido en el precio, consistía en un bollo industrial y un café en el "Piccolo bar", justo en frente del hostal. El bar era realmente piccolo, regentado por unos chinos.
8.2.- El suelo de la habitación era de madera. Muy bien, muy bonito... salvo porque necesitaba un arreglito. Cada vez que me levantaba para hacer algo crujían las tablas como si el mismísimo Juicio Final de Miguel Angel hubiera llegado.
9- El día de la beatificación fue maravilloso-horrible. Entiéndase bien esto. Maravilloso por ver elevado a los altares a mi querido Juan Pablo II, y porque fue todo un acontecimiento eclesial en el cual me sentí parte de una Iglesia verdaderamente Católica, una gran familia.
Horrible porque había tantíííísima gente que no se podía ni respirar, y yo soy poco amigo de meterme dentro de las mareas humanas. Cada 2x3 pasaban polacos (¡cuántos había!) como un tal Sebastian (grande como un armario colonial de roble) que pretendía meterse a empujones por un sitio en el que humanamente no se podía pasar, por no caber ni un alfiler.
Otros, cruz en mano, pretendían meter a última hora a 45 personas (¡nada más!) por otro acceso humanamente imposible que, para variar, pasaba por pisotear a mi compañero y a mí. Por suerte, una mujer mayor, bajita y graciosa (a la que apodamos la kung-fu), se puso en plan dura a dar órdenes a diestro y siniestro, y fraternales codazos cuando fueron menester para mantener la integridad física intacta ante tanto embite polaco-italiano-germánico.
La situación se volvió tan humanamente insoportable que un grupo de jóvenes italianos, viendo toda la avalanca que se avecinaba, en vez de decir "non abbiate paura" (célebres palabras de Juan Pablo II, cuya traducción es "no tengáis miedo") decían "abbiate paura" (tened miedo).
Foto: Cuerpo incorrupto San José María Tomasi. Se encuentra en San Andrés della Valle
Finalmente, y contra mi gusto, tuvimos que marcharnos, porque estábamos realmente incómodos y no conseguíamos ya ver ni oír casi nada.. Ese mismo día fui a Santa María la Mayor (que me pillaba cerca de casa) y me confesé con un dominico y asistí a misa con el cardenal titular.
Allí si pude disfrutar de la eucaristía, de la comunión y de la fraternidad sin agobios y pisotones.
10- Por último, la vuelta a España. Todo transcurrió con normalidad, salvo que esta vez la presión del avión me dió fuerte en un oído (se ve que tendría algo de mucosidad) y aún lo tengo algo "tocadillo".
Como curiosidad, en el avión de vuelta coincidí ni más ni menos que con el obispo de mi ciudad... y con un paparazzi de la prensa del corazón.
PD: Ya pondré más fotos en otros post.
PD2: Villa Borguese es maravillosa... son unos complejos de jardínes con un montón de actividades y cosas para hacer. Nosotros alquilamos un "coche" compuesto por dos bicicletas para recorrerlo.
Este "coche-bicicleta" estaba en dos modalidades: Con pedalada asistida y sin pedalada asistida. Nosotros lo cogimos sin pedalada asistida. Cuesta abajo y en lo llano todo muy bien... pero cuesta arriba ¡un infierno!, ¡nos costaba la vida! Con deciros que del esfuerzo hasta se me rasgó el pantalón vaquero... jajaja. (Por suerte un agujero pequeño e imperceptible)
Oooh, qué buen post, esto es exactamente lo que yo pedía, mil detalles humanos (por ejemplo, de la ceremonia de la beatificación) que nos ayuden a ver el ambiente de estos días.
ResponderEliminarMe hizo gracia lo del prosciutto. Si a los italianos les va mal (como a los portugueses) y se tienen que ir del euro, en vez de la lira podían instaurar el prosciutto como moneda: este coche me ha costado 10 mil prosciuttos.
Muy bueno lo del atardecer, parece que en el Palatino había una autoridad para juzgar cuándo ocurría eso. En el Jardín Botánico de Madrid somos más alemanes: hay una tabla de horarios y cada mes acaba a una hora distinta, fijada, para evitar confusiones.
Hiciste bien en huír de la ceremonia si ya daba paura. Sin duda, gozarías de la Misa en Santa María la Mayor, que es una maravilla.
Gracias por el esfuerzo, Andy.
He leído todo lo que has escrito y me ha encantado. Muy buen relato.
ResponderEliminarYo he estado tres veces en Roma: para el jubileo 2000, en la canonización de san Josemaría Escrivá el 2002 y para la ordenación de mi hijo Pablo el 2009. Es una ciudad increíble, más cuando vas comos romera (tal cual) y tienes conciencia de la historia que está viva y perdura ahí. Es demasiado.
Saludos
¡Ole y ole, mi amigo Andy! ¡Qué buen reportaje!
ResponderEliminarMe ha encantado.
Como Ale, también conozco Roma. Hemos ido varias veces porque mi hija estudió piano en Imola y conocemos Italia bastante bien. De no vivir en España es mi pais preferido. Lo adoro. Caro, carísimo, pero es lo que hay. Y el carácter es muy parecido al nuestro.
Me alegro que hayas disfrutado tanto. Te lo mereces por lo mucho que trabajas a lo largo del año.
Mi hija acaba de llegar también.
Un besazo y feliz fin de semana a todos.
Geniales los detalles romanos Mogollón de gracias
ResponderEliminarMe ha hecho reir lo de los horarios de cierre…. los italianos son auténticos¡¡
Esta tarde me contaba una amiga que también estuvo en Roma, su odisea para encontrar un autobus que la llevara a la residencia, despues de la beatificación.
Ella preguntaba a la gente, todos le ayudaban amablemente pero cada uno le daba instrucciones distintas. Estaba a media hora andando de la residencia y tardo como 3 horas en llegar; incluso se subió en un autobus que la dejo en las afueras de roma
Y que maravilloso que el día de la beatificación no lloviera.
Y eso que , al menos por internet, pronosticaban lluvias¡¡
Precioso tu reportaje.
ResponderEliminarPara mí fue un gran reportaje.
Creo que nunca estare por aquellos lugares, por eso disfruté enormemente lo que escribiste.
Millones de gracias!!
Muchíííííísimas gracias a todos.
ResponderEliminarUn abrazo.