miércoles, 27 de octubre de 2010

Las representaciones de Dios, II


Ayer hablábamos de las representaciones de Dios y decíamos que las representaciones en sí son, no sólo buenas, sino necesarias. El problema surge cuando olvidamos que dichas representaciones apuntan a una realidad, siempre mayor, que las trasciende. Cuando confundimos la representación con la realidad representada, pensando que ésta se agota en la representación, es cuando degeneramos la imagen de Dios y creamos un ídolo.

También leíamos un fragmento de la Gaudium et Spes en la que se nos dice que en la génesis del ateísmo podemos tener parte no pequeña los mismos creyentes, con una deficiente enseñanza religiosa, una mala exposición de la doctrina y los defectos de nuestra vida religiosa y moral.

Esto es sumamente importante, ya que las imágenes de Dios que veíamos ayer, todas horribles, son fruto precisamente de esto que comenta la Gaudium et Spes.

Cuando hablamos de Dios sólo podemos proferir balbuceos; sólo podemos pretender acercarnos, siempre en lejanía, al Misterio. Y es que "de Dios no podemos saber lo que es, sino lo que no es", como enseña Tomás de Aquino, o como enseña Dionisio Areopagita; "En relación con Dios, las negaciones son verdaderas y las afirmaciones insuficientes". Así lo definió el IV concilio de Letrán; "No puede afirmarse tanta semejanza entre el Creador y la criatura sin que haya que afirmarse entre ellos una desemejanza mayor". Nunca podremos con nuestros conceptos encapsular a Dios. Lo tenemos y se nos escapa. Se nos manifiesta y queda oculto. Dios se manifiesta en su Hijo, pero al mismo tiempo se esconde en su marginación humana y en el envilecimiento de la cruz. "Al revelarse permanece escondido, y al ser escondido es afirmado como incomprensible" . Dios es tanta luz que nos ciega (1 Tim 6,16), es como mirar al sol directamente. Por eso llega a nosotros como nube, oscuridad luminosa. Por eso nuestro conocimiento en la fe es siempre parcial (1 Co 13,12)

Es interesante esto que nos dice el IV concilio de Letrán, desemejanza mayor que semejanza entre Creador y criatura, es decir, que el conocimiento de Dios es analógico. Este conocimiento, verdadero sólo en parte, que nos acerca a la verdad de Dios, pero manteniéndonos necesariamente en su lejanía, es lo que designa la palabra "analogía". Así todas las palabras que tenemos para designar a Dios son analógicas : ser, padre, generación, procedencia, amor, juez, rey, sentimiento etc.

Es importantísimo tener siempre presente esto para no confundir la analogía con la realidad de Dios, siempre mayor, y dar así con los ídolos que comentábamos ayer. Cuando, por ejemplo, decimos Dios es "juez", sí, lo es... pero no como los jueces humanos ni según la justicia humana; Dios es Padre, sí, lo es... pero no como los padres humanos etc. Recordemos, "siempre es mayor la desemejanza que la semejanza".


Esto que hemos estado comentando pertenece más bien al campo doctrinal y didáctico, pero la Gaudium et Spes también nos llama la atención sobre nuestro comportamiento religioso y moral. Veamos unas cuantas deformaciones religiosas en este campo:

-Si un cristiano se pasa toda la vida de rodillas, atenazado por el miedo al infierno y pidiendo perdón constantemente, ¿qué imagen de Dios da con su comportamiento religioso? Sin duda, la de un dios que le amenaza. Esta deformación genera un cristianismo de tullidos, muy lejos de lo que es el auténtico mensaje de Jesús.

-Si un cristiano, muy devoto, de ir a misa, rezo del rosario etc. Está en una sociedad de injusticia y no hace nada por rehabilitar la dignidad de los marginados, por luchar contra el mal y se dedica, tan sólo, a controlar sus malos pensamientos, a rezar mucho para, de ese modo, ser muy "bueno" ante Dios y ganarse el cielo, ¿qué imagen de Dios da con su comportamiento religioso? Pues la de un dios al que no le interesa nada la cuestión social y la injusticia, cargándose así toda la Revelación en el AT y, ¿qué decir de la del NT?. Esta deformación es la que ha generado un cristianismo de corte evasivo-espiritualista que coloca al Reino de Dios en la otra vida, y que tanto criticaron corrientes de pensamiento, como el marxismo.

-Y, por último, también existe la degeneración de confundir a Dios con un político, con un revolucionario, creyendo que el cristianismo se agota y se realiza en los compromisos políticos, sin discurrir desde dónde y para qué se compromete en política. Esta degeneración olvida que Jesús no se enroló en una liberación directamente social, y menos política. Más aún, se opuso tajantemente a ser considerado como el mesías político ansiosamente esperado por el pueblo (Jn 6,15)


Por tanto, el gran desafío de nosotros los cristianos en una sociedad cada vez más secularizada es, a mi juicio, explicar de qué Dios estamos hablando. Cabe preguntarse pues, como ya apuntábamos ayer, ¿cuál es el criterio para purificar nuestras representaciones de Dios? La respuesta es Jesucristo.

El hecho de que Jesucristo sea el revelador y la revelación definitiva de Dios no impide, en modo alguno, que nos interese también la imagen de Dios que nos ofrece el AT. En primer lugar porque el Dios de Jesús es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob (Mc 12, 26). Él parte de la imagen de Dios del AT, aunque en ella introduzca una novedad radical. En segundo lugar, nos interesa el AT porque en él aparece la pedagogía divina, el camino progresivo de la revelación de Dios hasta llegar a Jesucristo. Novum Testamentum in Vetere latet. Vetus Testamentum in Novo patet. ( El AT encubre al Nuevo, el NT descubre al Antiguo).

Es decir, la Revelación se ha realizado de manera progresiva, por lo que la imagen de Dios que aparece en los estratos más antiguos no es completa y tiene que ser revisada a la luz de Jesucristo. "Los últimos tiempos" de los que habla el autor de la Carta de los Hebreos no indica sólo que la revelación en Jesucristo es la última cronológicamente, sino la definitiva, pues ahora ha hablado el Hijo que es "resplandor" de su gloria e "impronta" de su ser. Jesucristo es la manifestación insuperable de Dios: En Él descubrimos que la Palabra de Dios, el Verbo, es una persona.

Por lo tanto, debemos decir que el criterio para los cristianos en orden al conocimiento de Dios es Jesucristo, la conducta histórica de Jesús de Nazaret. Él es el criterio hermenéutico supremo.

Comenzábamos ayer diciendo " A Dios nadie lo ha visto" (Jn 1,18), y ahora completamos esta afirmación con las palabras de Jesús " Quien me ve a mí ve al Padre" (Jn 14,9)


PD: Como no quiero que me quede muy largo, para no resultar pesado al amable y paciente lector, me dejo para mañana una pequeña reflexión final, a modo de epílogo.

Muchas gracias.

4 comentarios:

  1. Me quedaría con esta frase:
    "Se nos manifiesta y queda oculto". Yo añadiría que queda oculto y permanece escondido en nuestra alma si se lo pedimos. Máxime si lo hacemos con insistencia a cualquier hora del día y en el lugar donde estemos. ¡Para qué queremos más! Tenerlo dentro de nosotros y ya está.

    Es más que suficiente. Y darle gracias sin parar.



    En una exposición que hice sobre "El cántico espiritual" de San Juan de la Cruz, precisamente uno de los cuadros se llamaba "Escondido de todo entendimiento"
    Cuando uno no quiere entender se encuentra tan escondido que no lo encuentra. Y...es ¡tan fácil encontrarLO!

    Muchas gracias

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  2. Querida C, muchísimas gracias por tu comentario.¡¿Qué sería de mi blog sin el toque de dulzura que le das?!

    Con respecto a lo que dices de permanecer oculto en nuestra alma te digo lo siguiente : SI ALGUNO ME AMA... guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y en él haremos morada. (Jn 14,23)

    Y con respecto a San Juan de la Cruz, que sé que te gusta (tienes un gusto exquisito), ¡Qué decir!, nadie mejor que él para hablar de esa unión mística y misteriosa con el amado... ese encuentro en lo más profundo de nosotros, donde Él "secretamente mora".

    Seguro que recuerdas el poema "Que bien sé yo la fonte".

    Invito a todos a que lean este maravilloso poema de S. Juan de la +, detenidamente, degustando lo que nos escribe el santo... porque en dicho poema se nos habla del Misterio Santo, de la cercanía misteriosa y real del Señor... aunque es de noche.

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  3. Para mí, el gran riesgo es confundir a Dios con una compañía de seguros, vas pagando tu prima mensual (las oraciones) y luego cuando hay un accidente en tu vida llamas al del seguro para que te lo arregle.

    Dios Hijo es Jesús, Dios Espíritu Santo es la Paloma, Dios Padre es una Luz blanca imposible de describir, todo lo ilumina, a todo le da calor.

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  4. Efectivamente Fernando, es lo que dije en el post anterior. Sería una relación puramente "mercantilista", un decir "Dios trabaja para mí a cambio de mis oraciones" y eso, lógicamente, es un peligro.

    Es muy bonito lo que dices al final.

    Dios Espíritu Santo es representado como una paloma,pero no sólo así, también se lo representa como aire, fuego (Pentecostés)...

    No se nos olvide lo que hemos estado hablando, es sólo una representación que apunta a una realidad aún mayor. De modo que el Espíritu Santo no es, como tal, una paloma.

    De Dios Hijo, sin embargo, tenemos una imagen clara, sin necesidad de representación alguna, ya que con la Encarnación asume la naturaleza humana, siendo verdadero Dios y verdadero Hombre, de modo que Jesús tiene un aspecto totalmente reproducible, ya que fue un hombre igual a nosotros, menos en el pecado.

    El día que vayamos de este mundo a la Casa del Padre tendremos la inmensa dicha de contemplar el mismo rostro glorioso que contemplaron los apóstoles. El rostro de Jesús, el que predicó el Reino, el que curó a los enfermos, el que murió en la cruz, el que resucitó, el Señor.

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