viernes, 16 de julio de 2010

Características del acto de fe (I)

Seguimos con el ciclo de post sobre la fe. Ya hemos visto que la fe es una experiencia humana básica y qué se entiende por creer en el lenguaje religioso. Ahora veremos las características del acto de fe.


I. UNA CONDICIÓN PREVIA: LA APERTURA DEL HOMBRE A DIOS


Para que el hombre pueda escuchar la llamada divina necesita, lo que Santo Tomás llamó, la potentia oboedentialis; eso que nosotros denominamos más sencillamente la apertura del hombre a la Trascendencia. Según Santo Tomás, el hombre, como ser racional y como ser capaz de amar, está capacitado para escuchar y acoger la llamada divina, si Dios tiene a bien dársele a conocer. Es un tema que trata básicamente en dos lugares: al hablar del conocimiento de Dios por la razón (31) y cuando estudia el tema de la felicidad del hombre (32). Y llega a la conclusión de que en el hombre hay no sólo una apertura a la Trascendencia, sino incluso una inclinación natural que le lleva a desear a Dios de forma implícita: en la medida en que busca la Verdad total y el Bien absoluto.

Es una cuestión que se ha vuelto a plantear con rigor y con hondura en nuestro tiempo, por parte del filósofo M. Blondel y de los grandes teólogos del siglo XX, K. Rahner, U. Von Balthasar, E. Schillebeeckx, J.B Metz y el español Juan Alfaro. Detectan esa apertura a la Trascendencia en la búsqueda de sentido que anida en el corazón del hombre ; en la tendencia a ir más allá de cuanto podemos conseguir mediante la acción humana; en la existencia de la conciencia moral, en la capacidad que tiene la opción creyente para generar una historia más humana y más libre.

Sus reflexiones nos ponen de manifiesto que, por diversos caminos, se llega a la conclusión de que buscamos a Dios sin darnos cuenta y de que Él es la única respuesta posible a esa plenitud que anhelamos. Dado que la búsqueda de sentido es el problema básico que configura nuestra personalidad (33), una eventual revelación divina que diera respuesta a nuestros anhelos de Verdad, de Bondad y de Amor se hace humanamente creíble.



II. LA FE ES UN DON QUE DIOS NOS DA SIN MERECERLO: GRATUIDAD


Podemos comenzar diciendo, con Santo Tomás, que es la gracia la que engendra la fe ("gratia facit fidem"). Ya el Concilio de Orán sostiene, en su rechazo de las teorías semipelagianas, la absoluta necesidad de la gracia para todo el proceso de la conversión, incluido el comienzo mismo de la fe personal. La fe, que denominan illuminatio, es ella misma un don que capacita al hombre para convertirse al Evangelio. También el Concilio de Trento insistirá en el carácter sobrenatural de la fe, como elemento integrante de la justificación.

Este don, que tiene su origen en Dios, nos llega por mediaciones humanas muy diversas: en el seno de la familia, en la comunidad cristiana, en la lectura de la Palabra de Dios, en la contemplación de la naturaleza, por medio de un amigo o mediante un acontecimiento de nuestra existencia personal. Son diversos caminos por los que Dios se nos da a conocer y nos ayuda a escuchar su llamada y a dar una respuesta.
Como ha escrito el teólogo Fisichella:

"La dimensión de la gracia tiene una preeminencia sustancial para la comprensión de la fe, porque toca en el mismo momento una doble realidad: el contenido de lo que la fe acepta y el acto que realiza el sujeto en el momento de creer. Por consiguiente, se manifiesta como don de Dios que, revelándose, llama al conocimiento de sí, y como acto plenamente personal mediante el cual puede cada uno realizarse a sí mismo en la verdad y libertad" (37)

A primera vista, resulta llamativo que se presente la fe como un don, pero si consiste en un acto de confianza en el otro, tenemos que recordar que el acceso al otro sólo se produce cuando toma la iniciativa de hacerse presente en nuestra vida y darnos su confianza. El amor, la amistad y la confianza no son algo que conquistamos cada uno, sino la respuesta a un don, a un paso inicial del otro que irrumpe en nuestra vida como un don inesperado.




(31) SANTO TOMÁS, S Th I, 12,1
(32)Cf Id. I-II, 3,8
(33)Cf VIKTOR FRANKL, El hombre en busca de sentido, Barcelona, Edit Herder, 1995
(37) RINO FISICHELLA, Fe, en LUCIANO PACOMIO, Diccionario Teológico Enciclopédico, Estella, Edit Verbo Divino, 1995

4 comentarios:

  1. Querido Gatete, vuelvo a aparecer por aquí para agradecer su esfuerzo por clarificarnos la naturaleza de la fe.

    No entro ahora en si procede de Dios o de otra fuente, pero lo cierto es que, considerada en su generalidad, sin ella nuestras alas son muy cortas y nos dan apenas para imitar el torpe vuelo de la gallina común. Puesto que ¿cuántas cosas de que nos creemos tan seguros podemos constatar empíricamente? Unos pueden más, otros menos, pero siempre habrá cosas que, lisa y llamamente, haya que creer y punto.

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  2. Querido Andy: Ni siquiera he podido leerte. Estoy molida.
    Volveré mañana algo más descansada.
    Un abrazo

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  3. Muy buena exposición Andy. me has dado una bonita sorpresa con lo que has escrito.
    He regresado de vacaciones ya me encontabáis en falta y ante vuestra insistencia, aquí estoy para complaceros. mientras haga tanto calor,me tomaré la vida con más sosiego, no puedo llegar ni loca a los 164, amigos, si no fuese monja , podría, pero mi consagración me impone normas y horarios, así que hasta donde llegue , lo hogo con todo mi amor.
    Con ternura
    Sor.cecilia

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  4. Muchas gracias a los tres, PAINted, Cristina y Sor Cecilia por molestaros en leer estos post y en escribir unas líneas.

    Muchas gracias a los tres.

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