viernes, 31 de diciembre de 2010

¡Feliz año nuevo!


Doy gracias al Señor por poder celebrar la entrada de un nuevo año con todos los seres a los que quiero.

También le pido que nos bendiga a todos y nos ayude en este ciclo que comienza.



Os deseo a todos, mis queridos amigos, un año muy feliz.

sábado, 25 de diciembre de 2010

¡Ha nacido el Señor!



«Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor» (Lc 2, 11)


Que el Niño que nace en Belén os bendiga siempre.


¡Feliz Navidad!


miércoles, 22 de diciembre de 2010

Preparando la Navidad


Ayer tuve mi última clase, por tanto ya estoy de vacaciones.

Tuve la enorme suerte de, a modo de preparación navideña, asistir ayer por la tarde-noche al concierto de Navidad que se daba en la catedral. Concretamente era de Bach, la Cantata BWV.140 y el Oratorio de Navidad op.12.

Fue verdaderamente maravilloso poder escuchar a la Cámara de Viena y a la Filarmónica Austro-Hungara en el marco incomparable de nuestra Santa Iglesia Catedral, Basílica de Málaga. Una experiencia muy espiritual.

Aquí os dejo Zion hört die Wächter singen:




Y ahora, para los peques y los no tan peques (a mí me gusta mucho) os dejo el famosísimo Cuento de Navidad, de Charles Dickens, versión Disney:










¡Que lo disfrutéis!

lunes, 20 de diciembre de 2010

Nihil novum sub sole


Una actualización muy breve.

Ya lo comentaba yo unos días antes de las elecciones venezonalas. Ya hablaba del consabido peligro de que este personaje siguiera manteniendo el poder en la Asamblea.

Pues bien, aprovechando que llueve, Hugo Chávez solicitó a la Asamblea Nacional que aprobase la llamada "Ley Habilitante", la cual le concede plenos poderes durante 18 meses, curiosamente hasta las próximas elecciones, las presidenciales.

Sobra decir que la Asamblea ha aprobado dicha ley, alegando que es un mecanismo "para soccorrer a las familias de los damnificados". Permítanme que yo lo dude, para mí es más bien un golpe de Estado encubierto, pero claro, yo seré uno de esos "pitiyankis" que le tiene manía al bueno de Chávez.

Por cierto, también es curioso que este personaje haya tardado dos segundos en firmar dicha ley, me imagino que no tendrá nada que ver el hecho de que la semana que viene se incorporen los diputados de la oposición a la Asamblea Nacional... pero ¡bah!, son cosas mías.

viernes, 17 de diciembre de 2010

La luz de Belén


Desde hace años, los Scouts y Guías de Austria reparten por Europa la Luz de la Paz de Belén. Cada año en el marco de la Navidad, un niño enciende una luz en la gruta del nacimiento de Jesús en Belén y la lleva hasta Austria. La luz se reparte luego por distintos lugares.

Este año la luz de Belén se distribuirá, para toda Andalucía, desde Málaga. Concretamente la ceremonia ha sido esta tarde, a las 20:00h, en la Santa Iglesia Catedral, presidida por nuestro obispo.

Yo no he podido asistir, pero una vecina mía, una muchacha joven muy amable, ha tenido a bien traer su farolillo a mi casa, para que podamos encender unas velas con su luz.

Contemplando dicha luz puedo decir que es un símbolo precioso ya que, efectivamente, procede de aquel lugar bendito en el que nació la Luz que brilla en la oscuridad, nuestra esperanza, Jesucristo.

¡El Señor está de camino!

jueves, 16 de diciembre de 2010

Reflexión sobre Dios y el sufrimiento.

En clase de Misterio de Dios se nos pidió que hiciéramos una pequeña reflexión sobre Dios y el sufrimiento basándonos en una experiencia personal. Pues bien, he pensado compartirla con todos vosotros, para intentar aportar "algo" de luz ante una realidad que a todos nos toca, el sufrimiento.

Les ruego a todos que sean misericordiosos en sus juicios, recuerden que soy un simple estudiante y, por lo tanto, soy prácticamente un ignorante. Seguro que sabrán atenuar mis muchos errores con vuestra caridad.

Aquí comienza:




Se nos pide que hagamos una pequeña reflexión sobre el tema del sufrimiento y Dios basándonos en una experiencia personal. Debido a esto, considero que no es el momento ni el lugar de hablar del mal en general, físico y moral, sino que creo oportuno comenzar sin más dilación a narrar mi experiencia personal a este respecto.

El 3 de mayo del 2009 mi hermana tuvo una niña preciosa. Ese fue un día de gran alegría que, sin duda, duró por muchos meses. La llegada de mi primera sobrina supuso para mí un acontecimiento nuevo e ilusionante y, debido a que vivimos juntos, también me reportó una cierta experiencia de paternidad, por decirlo de algún modo, llena de cambios de pañales, momentos duros, pero muchos muy alegres y memorables.
Al cumplir los 6 meses, una noche que yo volvía de clase de Teología, la niña comenzó a ponerse enferma, a vomitar y, lógicamente, todos nos pusimos nerviosos y decidimos llevarla al hospital. Con todo, en ningún momento nos imaginamos ni remotamente lo que estaba a punto de venírsenos encima. Al llegar al hospital, la niña comenzó a ponerse peor y llegó a perder el conocimiento. En ese instante, dejamos de pensar que se trataba de un simple resfriado y comenzamos a preocuparnos muy seriamente. Dicha seriedad se convirtió en una losa insoportable cuando nos comunicaron que la niña había entrado en coma y se le había detectado un tumor cerebral. Esa fue la peor noche de mi vida, casi no podía parar de llorar. 
A partir de ahí se sucedieron unos meses horribles, un auténtico calvario de operaciones larguísimas, de noches en la UCI, de momentos de colapso, pero también se sucedieron momentos luminosos y de recuperación. A lo largo de todo este camino nuestra fuerza ha sido el Señor. En medio de todo el sufrimiento y el horror nuestra esperanza se mantuvo firme en Él y, para mi sorpresa, pude ver como mi hermana dejó de ser una niña para convertirse en una mujer muy madura, que serenamente se abrazaba al Sagrario de la capilla del hospital pidiendo fuerza y ayuda.
No han faltado en esos momentos los que me preguntaban, ¿y dónde está Dios? A mí no me salía otra respuesta más que decir, Dios está en la cuarta planta, recibiendo en estos momentos quimioterapia. Dios está en todas aquellas personas que nos han ayudado, que han velado noches con nosotros en el hospital, que nos han traído algo caliente en las noches más duras, en las monjas y sacerdotes que se han acercado a ver a la niña, en todos los que han rezado por ella, en los médicos que la han operado… en la misma niña. En efecto, allí está el Señor, en ella he podido contemplar y venerar el cuerpo sufriente de Cristo en la cruz. Sí, Cristo se crucificó con el tumor de mi sobrina.
A día de hoy la niña ha mejorado espectacularmente, hasta el punto de que el pequeño residuo tumoral que era inoperable le ha desaparecido casi por milagro. En estos momentos, y gracias a tan sorprendente mejoría, estamos ya por fin a punto de acabar con sus ciclos de quimio, que en total son 32 dosis de quimioterapia de distinta duración cada 15 días.
La mitad de esos ciclos, hasta el presente, soy yo el que se queda con mi hermana y mi sobrina por las noches en el hospital, ya que mi cuñado trabaja muy temprano. Fíjese, es curioso, desde pequeñito siempre he querido ir a Tierra Santa, pero hoy puedo decir que cada 15 días viajo allí y acampo en el calvario, junto al Señor, porque le están poniendo quimioterapia.
En todo este proceso lo que nos ha sostenido es la confianza en Dios, nuestro Abbá. Su amorosa presencia ha sido para nosotros luz entre tanta oscuridad. Nuestra fe en la Resurrección de Jesús nos ha sostenido en toda la noche del Getsemaní, puesto que ella es la victoria definitiva de Dios sobre el mal, es la palabra de consuelo que nos da Dios: Hijos, no temáis, el dolor y la muerte no tienen la última palabra, el final no es la cruz.
En este sentido, es muy interesante lo que nos dice el teólogo T. Queiruga , “en la totalidad de lo real, el mal tiene desde siempre perdida la batalla”[1]. El hecho de ser seres contingentes implica finitud. La vida misma, la actividad de la materia, supone el desgaste de los organismos vivientes y finalmente la muerte. Todo ello forma parte del fino equilibrio del conjunto de lo real. Lo que nos dice la fe es que tras esos “dolores de parto”[2] Dios nos dará a luz a la vida sin término, y es que con la Resurrección de Cristo la materia misma, fruto de la evolución cósmica, se encuentra glorificada en el seno de la Trinidad. 
Nosotros esperamos pasar por donde pasó Él, esperamos morir y resucitar con Jesús. Nuestra resurrección es la que libra al universo entero de la futilidad, de la destrucción a la que está abocado según los físicos, de la servidumbre al mal de la que nos habla Pablo, puesto que en el plan de Dios el hombre en su totalidad, materia y espíritu, está llamado a participar de su misma Vida divina y salud, ya que somos herederos de Dios y coherederos de Cristo, sufrimos con Él y esperamos ser glorificados con Él[3]
Conforme a lo que he ido exponiendo, podemos entender el sentido de Romanos 8,18 “estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros”
De este modo vemos que las realidades del sufrimiento, el mal y la muerte son iluminadas, son vencidas y, por tanto, el dinamismo de la esperanza está garantizado aún en las terribles noches oscuras de la vida. Fuera del Evangelio de Cristo estas mismas realidades se presentan como muros infranqueables, como terribles monstruos que amenazan a ese ser humano que no sólo es polvo de estrellas contemplando estrellas, como decía Carl Sagan, sino polvo de estrellas racionalizando a las estrellas.
En efecto, este ser racional, este homo viator que peregrina en pos del Bien, la Verdad, y la Belleza, está llamado, por pura gracia de Dios, a superar el mal y las limitaciones propias de las realidades finitas, está llamado a participar de la Vida que no acaba, pues este Dios ,que hasta conoce cuántos son los cabellos de nuestra cabeza[4] nos acompaña siempre, no es una deidad impasible y distante contra el que el hombre, con toda razón, puede alzarse en rebeldía ante las realidades del sufrimiento y la muerte ya que éste no las conoce sino que, por el contrario, nuestro Dios ha pasado por la realidad de sus criaturas, nos ha acompañado y ha experimentado lo que significa recorrer esta travesía tan hermosa y terrible que es la vida, cargada de alegría y luz, pero también de sufrimiento y muerte.
Al enfrentarnos a estas realidades terribles nunca debemos perder la esperanza y la confianza en Dios y, lo más importante, debemos recordar que Dios es Todopoderoso sí, pero también “Todoamoroso”, y esa omnipotencia en el amor le hace “vulnerable”, puesto que el amor es entrega, donación al otro, es riesgo, exposición a la alegría, pero también al sufrimiento.
Por último, sólo me resta decir lo siguiente. En relación a lo que he afirmado un poco más arriba, podemos decir que nuestro Dios es compasivo, con-sufriente, no quiere el sufrimiento de sus hijos, recordemos lo que nos dice Jesús sobre el Juicio Final. En dicho Juicio no nos preguntará cuántas veces hemos ido a misa, cuántos rosarios hemos rezado, cuántos son nuestros títulos y honores, cuántas nuestras carreras. Se nos preguntará qué hicimos con el hermano que sufre, qué hicimos para hacer retroceder al mal, en definitiva, cuánto amamos.
“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.
Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: 'Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí.'
Entonces los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti?'
Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.” (Mt 25, 31 ss)


[1] T. Queiruga, Creo p.142
[2] Rom. 8, 22
[3] Rom 8, 17
[4] Mat 10,30

martes, 14 de diciembre de 2010

Experiencia de Dios


La verdadera experiencia de Dios es, como el amor mismo, difícil de describir con palabras, por ello voy a poner un pequeño ejemplo de lo que puede ocurrir en oración.

¿No os ha pasado alguna vez el estar sentados y que, por detrás, se acerque sin hacer ruido la persona amada, querida, cercana? ¿No habéis sentido su presencia? Es ese un momento verdaderamente mágico. Aún no te has girado para ver, ni esa persona te ha dicho nada, pero sientes que está ahí, justo detrás tuya. Es una experiencia real y profunda. Santa Teresa decía que era como estar de espaldas al sol, con los ojos cerrados, pero sintiendo su calor, su “lumbre”, sentir su presencia.

Os voy a poner un caso sacado del librito Experiencia mística y psicoanálisis, de Sal Terrae, que lo explica infinitamente mejor. Se trata de la experiencia tenida por un sujeto que, permaneciendo largo tiempo en una situación de aridez y dispersión en su vida de oración y habiendo llegado a aceptar sin particular avaricia espiritual y sin aspavientos la suerte que le tocaba, nos relata la experiencia que tuvo lugar, hace ya treinta y siete años, y que no ha vuelto a repetirse en su vida:

Cuando menos lo esperaba, a última hora de la tarde del 5 ó 6 de diciembre de 1961, durante la oración, sentí que se hacía presente. Nada de visiones ni de música celestiales, sino la intensa sensación de su presencia personal, de la que no cabía dudar. Y con esa presencia, una íntima conciencia de finitud radical ante su rotundidad desbordante. De manera espontánea, desde el pequeño banquillo en que oraba deslicé las rodillas hasta el suelo y me incliné hasta casi poner la frente en tierra, en un gesto elemental de adoración. Pero no había ningún matiz sobrecogedor. Todo lo contrario. Me envolvía una serena sensación de gozo colmado, luminoso, armónico, en presencia de Alguien a quien había buscado y esperado mucho tiempo, que se me comunicaba sin palabras. Mis posibles reivindicaciones se habían desvanecido; era un absoluto regalo al que nunca había tenido derecho. Sólo sentía agradecimiento ante aquella experiencia estimulante de amor y plenitud.

No creo que durase mucho tiempo. Pero aquella experiencia permanece en mi recuerdo como un hito en mis relaciones con Dios, que, como las de cualquier creyente, suelen discurrir entre el desconcierto y la esperanza.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Cita



«El que tiene un porqué para vivir, puede soportar cualquier cómo».

Víctor Frankl

jueves, 2 de diciembre de 2010

Dios es Padre, breves notas



-Dios Padre de Jesús aparece 203 veces en el Nuevo Testamento.



-Dios Padre de los creyentes de Jesús 53 veces en el Nuevo Testamento.




-Dios es nuestro Abbá, nuestro papá, Mc 14,36






Rasgos de la imagen de Padre que subraya Jesús:

1- El amor gratuito y universal; Mt 5,45

2-El perdón; Mt 6,12-15; 18, 23-35

3-Su actitud de providencia; Mt 6,8.26.32; 10,29

4-Por último, la imagen de Dios como Padre no equivale a la imagen de un padre bonachón que lo consiente todo. El amor del Padre es exigente, quiere que su hijo lo imite, se supere, que sea mejor. Quiere, en definitiva, su bien, su vida.

Como dice mi profesor, Dios nos ama siempre... pero debemos recordar que Dios es Padre, no abuelo.